domingo, 27 de enero de 2008

Intriga departamental


Como ya le he dicho a algunos amigos, el primer día de febrero paro de escribir lo que estoy escribiendo para dedicarme exclusivamente a otra cosa. Quiero decir que voy a dejar de lado por un mes "Los trabajos del amor" y la novela que estoy escribiendo con mi amigo (que va por el capítulo IX) para comenzar un relato extenso que ocurre muy lejos y que acá podríamos titular (para no dar a conocer del todo el título verdadero) como "Nos cagaron a piñas". De hecho, creo que va a ser tan largo como el que escribí en el pasado invierno y que acá nombré como "Papá era un tipo bastante mentiroso" (en realidad el título es bastante más corto, pero un editor no quiere que lo revele. Es una especie de secreto comunal).
Bueno, ayer bajamos a la 27 de la Mansa con Valentín, y como casi no se podía entrar al agua (baja temperatura, aguavivas), nos pusimos a charlar mientras la arena traída por el viento nos picaba las pantorrillas. Entonces le conté gran parte del argumento de "Nos cagaron a piñas". Debo decir también que, aunque la historia final que tengo en la cabeza no se parezca en mucho, se nos ocurrió a medias a Valentín y a mí hace como dos o tres veranos, cuando cruzábamos la rambla de la 25 de la Mansa hacia la playa y vimos una promotora en un semáforo. La cuestión es que Valentín empezó a reírse mucho con algunas partes y pidió saber un poco más. Después nos fuimos porque yo tenía que ir hasta la península. Pero más tarde, digamos que un par de horas después, aún de día, yo iba por el centro de Maldonado, bajando por 25 de Mayo, cuando un automóvil desde la izquierda se me encima y me deja apretado contra los otros automóviles estacionados. El auto a mi izquierda tocó la bocina cada vez más estridentemente y siguió arrinconándome. Faltaron al final pocos segundos para que me diera un buen porrazo. Y menos mal que ninguna de las puertas de los autos estacionados se abrió, si no habría sido el FIN. Pero en seguida reconocí el auto azul y la sonrisa de su conductor: era Valentín. La gente que había visto todo eso se quedó quieta en la vereda de 25 de Mayo y 18 de Julio esperando la gran piñata. Sin embargo no... Me puse del lado del conductor y lo primero que me gritó Valentín fue: "¿Viste que no escuchás nada del tránsito con esos auriculares?". [En este punto tengo que aclarar dos cosas: 1º: Yo iba escuchando "The word", de los Beatles. 2º: Valentín tiene la teoría (en sí la palabra no es "teoría", pero bueno...) de que sus padres una vez casi me atropellaron a la salida del supermercado Devoto, del lado de Avda. Roosevelt, unos días después de mi último cumpleaños, y que yo no me di cuenta, seguí de largo sin verlos.] Más adelante, en los semáforos de 25 con Sarandí, le pasé un auricular para que escuchara el final de "The word" y me dijo que estaba yendo para lo de su tía. El diálogo fue breve. Yo doblé por Sarandí y lo perdí de vista, con la idea fija en la mente de que algo había pasado. Ya no éramos los mismos. Claro, es obvio... ¿Me quiso hacer una broma o de verdad me quiso atropellar? ¿Quiso darme una lección o...? ¿ME QUISO MATAR PARA QUEDARSE CON MI RELATO Y ESCRIBIRLO ÉL?...

jueves, 24 de enero de 2008

El día del niño


Otra vez la misma frase de siempre: "El Niño es el Padre del Hombre"...
Palabras para ser tenidas en cuenta...

Desde hace ya varios meses he estado muy cerca de los niños M y B. M es una niña de tres años. B es un niño de cuatro. Ambos son primos y viven en la misma casa. Como todos los niños juegan entre sí y también se pegan entre sí. Yo a veces estoy leyendo o escribiendo y me salgo de lo que estoy haciendo para contemplarlos. Como se dice en el barrio, M y B la rompen... Pero hoy quiero hablar particularmente del niño B. El niño B es todo ternura y audacia, y, de algún modo, un futuro artista. Me sorprende día a día su capacidad para dar vuelta las cosas o ver a través de ellas, como un simple poeta. Quizás un poeta sea eso, ¿no?, un niño medio crecido. No lo sé muy bien... El caso es que en mis libretitas de anotaciones tengo varios apuntes sobre cosas que el niño B comenta o hace. Cuando escribí en el último invierno el "Diario del dedo gordo del pie derecho", recuerdo que dejé constancia de un diálogo que él tuvo con su abuela materna acerca de cómo venían los niños al mundo. Yo estaba acostado leyendo, a dos habitaciones de por medio, pero su voz me llegaba nítida a lo largo del pasillo. Eso lo cuento otro día. Lo que sí sé es que me puse el libro sobre el pecho y no podía parar de reírme. Se me salían las lágrimas. Pero el otro día, por ejemplo, estábamos en el cuarto con Victoria, la niña M y el niño B. Los grandes leíamos y los chicos miraban en DVD "La bella durmiente" o "Cenicienta", no me acuerdo bien. El caso es que en medio del silencio, o del silencio que era sentir sólo el audio de la película, el niño B suspira y exclama: "¡Hay olor a viento!"... De los dos lectores uno leía a Fernando Pessoa y el otro a Clarice Lispector, pero el niño B no les tuvo miedo, porque el niño B va en serio.
Ayer de tardecita, por ejemplo, yo estaba sentado a la mesa de la cocina leyendo "El escritor y el otro", de Carlos Liscano. La niña M dormía la siesta en uno de los cuartos. En otro cuarto estaba el niño B con su madre. Ambos habían salido del baño hacía un rato. No había nadie más en la casa. En ese silencio del final de la tarde y en los pocos ruidos amortiguados que lo cortaban, yo podía hundirme en la lectura. De repente se me acerca el niño B y me dice: "¿Cuándo vamos a poder conversar?". Miraba el libro que yo tenía colocado en la mesa y de allí llevaba su mirada a mi cara como dándome a entender que ya estaba bien eso de pasársela leyendo, que había que hacer otras cosas. "No se puede conversar...", agregó en un tono bajito. Entonces terminé de leer lo último de un apartado (el 52) del libro de Liscano. El autor tenía sus preguntas para hacerse... Transcribo una parte, lo que terminé de leer a la apurada mientras el niño B me observaba sentado al otro lado de la mesa esperando su oportunidad. "Porque de lo que se trata es de crear al escritor y no la obra. Si se logra crear al escritor la obra se hará sola. Porque el escritor se crea escribiendo, pero mucho más reflexionando sobre el trabajo de escribir, sobre la vida que se elige. Porque ser escritor es elegir una vida, un modo de estar en el mundo, de ver las cosas. Porque si el individuo no escribe no será escritor. Pero no es suficiente con escribir. En algún momento su actividad le impondrá la reflexión: ¿qué, por qué, para qué?"
-Quiero saber cómo se hizo todo -dijo el niño B en seguida -Cómo se creó el mundo, las hojas, las valijas, todas las cosas, las paredes... No sé, todo... Cómo se hicieron los planetas... Los planetas no son de este planeta...
Y ahí me quedé yo. Entre saber si le payaba algo sobre el Big-Bang o sobre el polvo del que venimos y hacia el que vamos. Fue duro. Empecé a tartamudear, porque el niño B estaba como cruzado de brazos, como diciéndome con la mirada "A ver vos, que te la pasás leyendo y no nos das pelota, explicame eso ahora...". Me quise hacer el vivo y recrear algún mito o algo parecido que leí en algún lado, algo como para salir del paso. Entonces dije:
-En el principio había una tortuga que estaba caminando en una isla. Esa isla no era muy grande, y cuando la tortuga llegó al final se dio cuenta de que era la nariz de un gigante que estaba durmiendo hundido casi del todo en un charco...
-¿Qué cosa? ¿Qué va a hacer un gigante dormido en un charco? -me interrumpió el niño B.
Era el fin para mí, pero el niño B me salvó.
-Todo lo hizo Jesús en este mundo -empezó a explicarme -Jesús hizo todo: las islas, los japoneses, los chinos. Todo lo hizo Jesús.
Luego se levantó y se fue porque la madre lo estaba llamando.
Yo abrí de vuelta el libro y comencé a leer el apartado 53, que al principio dice así: "Hay una valija. Una mujer con una valija. Hay un arroyo (...)".

viernes, 18 de enero de 2008

El día en tres pedazos

Lo primero fue un viaje hacia el futuro. Estaba en el supermercado y pedí cien gramos de muzzarella. Al principio costaban 19 pesos. En la caja me los querían cobrar a 1079 pesos. Al final la cajera sonrió, pidió disculpas, y me pidió quedarse con la factura.
Lo segundo fue sobre una niña. Yo pasaba en bicicleta cerca del centro. A un costado, entre dos casas, había un parque, casi un baldío. Una niña caminaba por él hacia una casa al fondo, llevaba sobre los hombros un Papá Noel del mismo tamaño que un hombre. Iba cansado o como si se lo estuvieran llevando en penitencia. Seguí en la bicicleta.
Lo último fue un poeta en un documental. Decía que en cierto momento se dio cuenta de que el pasado dejó de existir en su vida porque el tiempo mismo lo había borrado.

viernes, 11 de enero de 2008

( )

Bueno, no es exactamente que el verano me aleje del blog por ser época de vacaciones. Simplemente es que estoy por momentos muy atareado con el acondicionamiento de mi nueva casa. Hasta hubo un día en que, mientras tenía a alguien pintando el interior, me la pasé subido en cada uno de los cuatro árboles de mi terreno sacando ramas enormes que iban hacia los techos de las casas vecinas. Había una rama gruesa, sobre el fondo, que estaba levantando con una de sus horquetas el techo de chapra de un vecino. Me costó sacarla, pero eso incluyó un ruido tal, que el vecino se levantó de su siesta a poco de traerse el revólver. Después el hombre agradeció. Pero por lo demás, exceptuando también un poco de serrín en mi ojo derecho (que siento hasta hoy), todo fue lo más bien. Anduve por sobre la tierra varias horas y me comuniqué con la naturaleza de la mejor manera que tuve a mano, a veces invadiendo insospechadamente el lugar de muchos animalitos. Pero sin querer queriendo.
Además fueron días sin ir a la playa. Y cuando se me dio el tiempo para poder ir se vinieron las tormentas.
Leo a Carson Mc Cullers ("Frankie y la boda"), a Daniel Mella ("Pogo") y a Clarice Lispector ("Aprendiendo a vivir").
Escribo poco.
Me conecto menos a internet.
A propósito, como no tengo conexión en casa, he vuelto al cyber en que escribo esto, que queda en la reputada calle Camino de los Gauchos, una especie de calle furiosa y sucia de la periferia de Maldonado, como un reverso de una calle principal del centro. El cyber está comandado por una boliviana acaso cincuentona y sus dos hijos. Siempre me trataron bien. Pero lo cierto es que hasta hace una semana hacía un año quizás que yo no venía. Anteayer, mientras tecleaba en un nuevo teclado negro, se levantó uno de los hijos, un adolescente inspirado en el animé, y me dijo, como para que escucharan los pocos que estaban presentes que tecleara bien. Sí, así a secas, que tecleara bien. Supuestamente yo hacía mucho ruido. Tengo para mí la presunción de no ser una persona que aporree los teclados. De hecho me da cierta incomodidad ver que la gente lo haga. Así que imagínense, que me vengan a decir eso. Me puse a pensar en seguida que sin duda el sonido de mi teclado le tuvo que haber llamado la atención, porque estaba tecleando rápido y era el único que lo hacía. La cosa es que el pibe me quiso dar un curso acelerado o de emergencia sobre dactilografía. Me dijo cómo apoyar las manos porque me comentó que me había estado viendo escribir con las manos en el aire, como en vilo. Me empecé a reír. Luego le hice una mueca como para que se fuera y de repente salió la madre. Ahí me puse serio y les contesté que no me parecía que estuviera dando teclazos fuertes. (De hecho, ahora escribo con la misma intensidad, pero como hay más gente parece que no se dan cuenta. Además, aclaremos que en los cybers cada vez son menos los que escriben, los que usan las teclas la mayoría del tiempo... Pero ese es otro asunto...). Cuando me levanté para pagar y macharme, los dos estaban en el mostrador. Me dijeron lo mismo, aunque más suavemente, como temiendo ofenderme. El chico comenzó de nuevo una explicación pseudo-física sobre la presión que había que darle a cada tecla, etcétera. Yo les dije que había algo que se llamaba "gastos de empresa" y que había que bancársela. Pero no sé si me entendieron. El muchacho me preguntó si hacía poco que había empezado a usar teclados. De antes de que vos nacieras, le contesté.
Pero no voy a seguir más con esta cuestión, porque el punto al que quiero llegar es otro. ¿Se acuerdan de la anécdota de John Lennon, cuando comentaba cómo había conocido a Yoko Ono? Bueno, es muy linda. Aunque en alguna ocasión me pareció un poco ingenuo que Lennon se asombrara por el "Sí" que había encontrado en la exposición de Yoko, ahora creo que lo entiendo mejor. Porque hoy llegué al cyber y me encontré con que aparecieron nuevos carteles de advertencia a los usuarios, sin duda como reacción a la discusión que resumí más arriba. Antes de hablar y de copiar lo que dicen estos carteles, tal, pero tal cual están escritos, un par de recuerdos más. Una vez estaba yo en el liceo y me puse a ver una cartelera para los estudiantes o algo así. Me llamó la atención algo que predominaba en casi todos los anuncios, así que llamé a dos o tres estudiantes que había por allí y les hice fijarse en la cartelera para que me dijeran qué notaban. Era claro, la mayoría de los mensajes eran negativos. Todos expresaban alguna prohibición o alguna imposibilidad. Nunca dejaban abierta la opción para hacer algo, por ejemplo. Hace unas semanas, haciendo una cola en la farmacia del sanatorio, me puse a leer los carteles y me di cuenta de lo mismo, todos estaba regidos por el NO. Bueno, este cyber en el que estoy ahora no es la excepción. Va la transcripción (fidedigna, real) de los carteles que están pegados por todos lados, por el monitor, por la torre, por las paredes...
* ESTA MAQUINA NO PUEDE TENER ACOMPAÑANTE NO INSISTA
* FIJESE SU TIEMPO AL COMENSAR DESPUÉS NO HAY RECLAMOS
* Se prohibe el uso de cualquier gestor de descarga EJEMPLOS: ARES E-DONKEY TORRENTS
* MAQUINAS 15 16 17 SOLO 1 PERSONA SIN ACOMPAÑANTE
* NO USAR LOS AURICULARES EN EL CUELLO
* NO TOCAR EL MONITOR
* POR FAVOR INTENTE NO HACER RUIDO CON EL TECLADO EL RUIDO ES CAUSADO POR GOLPEARLO PIENSELO SOLO SE NESECITAN 60 GRS CUANDO MAS FUERTE APRETE MAS DURO QUEDAN LAS TECLAS
* SE HAN PUESTO TECLADOS NUEVOS PARA SU COMODIDAD POR LO MISMO SE PIDE QUE NO SE GOLPEN YA QUE NO ES NECESARIO. SI SE GOLPEA TANTO EL MOUSE COMO EL TECLADO SE REINICIARA LA MAQUINA.

viernes, 4 de enero de 2008

Sonido concreto


Ahora que ha terminado un año todos se ponen a hacer sus listas. Lo de las listas en sí puede ser tanto una forma de la vanidad (o sea: "¡Miren cuánto conozco!", etc.) o una forma de compartir, según se vea. El caso es que por algo andan por ahí. En mi caso, vi varias por estos días. Incluso, recuerdo que hace un año para ISCARIOTE le pedí a varios colaboradores que eligieran los tres libros, las tres películas y los tres discos que más habían disfrutado en el año, subrayando por sobre todo lo del disfrute, por encima de cualquier cuestión teórica o aleccionante. Yo ahora no me voy a poner a hablar de libros, películas y ni siquiera de discos, sino, particularemente, de canciones, canciones sueltas. Son canciones que de algún modo, repasando la memoria sonora de estos últimos meses me han acompañado aun cuando no las estuviera escuchando, como si fueran una función de mi conciencia. Son canciones que han reforzado instantes de felicidad o que directamente han creado felicidad sobre la misma nada. O canciones que han ilustrado el dolor. Todo depende. Cada una recorre un camino particular. Cada una sabe a qué vino y por qué. Además, me acuerdo de algo que está escrito en "Por los tiempos de Clemente Colling", de Felisberto Hernández, y que me parece una frase bellísima para expresar por qué a veces algunas canciones se nos pegan y nos dan una mano: "(...) algo que me mantenga en el aire mientras la muerte pase por la tierra".
En cuanto al número, creo que veinte no es ni abrumador y, bastante menos, amarrete. Así que ahí van...
1-"3 legs", Paul Mc Cartney
Esta canción, como las dos siguientes, pertenece a uno de mis descubrimientos de este año, el disco "Ram". Era una asignatura pendiente que tenía con Paul. Por acá en el blog (en junio) detallo cómo fue la noche en que me compré ese disco en Montevideo y de cómo me encontré imprevistamente con mi hermano Franco a la vuelta (el post es: "Yes, we know you're 64"). Con respecto a "3 legs", fue de esas canciones que me cautivó de inmediato. También publiqué un post sobre ella, titulado "3 patas", así que no hay mucho que agregar. Sólo que escucharla una vez más me trae el recuerdo de caminatas por la playa, siempre esperando ese momento en que Paul canta "But mine got one" y luego esa parte de "When I fly..."; entonces yo también me sentía lejos del piso.
2-"Uncle Albert - Admiral Halsey", Paul Mc Cartney
Noches, luego de la lluvia, andando en bicicleta.
3-"Long haired lady", Paul Mc Cartney
Una mañana. Yo iba en un ómnibus y me recliné hacia atrás.
4-"It takes a lot to laugh, it takes a train to cry", Bob Dylan
Una de esas canciones de Dylan que no dejan jamás de conmoverme. Una crónica de la soledad, de la plegaria hacia la amante. Amo ese instante en que la armónica domina, y por supuesto ese inicio en el que las cuerdas de la guitarra parecen demorarse un poco para empezar la canción.
5-"Deep blue", George Harrison
Hace algunos años, creo que en 2001, Felipe (Hare Krsna!) consiguió "Living in the material world" de George Harrison en la feria de Maldonado y en vinilo. No estaba en buenas condiciones; estaba como ahuevado y un lado estaba casi todo rayado. Le dimos y le dimos hasta que un día el vinilo no quiso más. Llegábamos los viernes de noche a su casa del balneario El Chorro para estudiar durante el fin de semana y casi siempre lo poníamos el sábado a la tarde. Cuando arrancaba "Give me love..." la tarde se llenaba de una paz tristona y dulce. Hace poco, una tarde muy triste de mediados de octubre, pasé por una disquería y vi el CD de "Living in the material world". Me lo llevé y las canciones me devolvieron a 2001, a aquella especie de tregua que yo había hecho con ciertos dolores, como estaba tratando de hacer en esos días. Casualmente, al otro día de comprármelo, Felipe me invitó a ir a San Carlos en su Vespa para ver un espectáculo en el teatro. No me llevaba a San Carlos en la moto desde finales de 2004, cuando yo me tomaba un día libre viniéndome de Minas e íbamos a ver al diseñador de ISCARIOTE. En esta última ocasión, una tarde espléndida de primavera, el shuffle del discman me trajo imprevistamente "Deep blue", y entonces supe que si esa canción se quedaba conmigo las cosas podrían ir mejor (y lo fueron). No podía parar de escucharla. Cuando terminaba le daba a la tecla para que empezara de nuevo. Esa noche, de madrugada, me volví solo a Maldonado, en un ómnibus que llevaba gente para los bailes de cumbia. Iba todo tipo de gente. Buena materia prima para escribir, diría un amigo. Yo estaba literalmente en otra, escuchando "Deep blue" una y otra vez, tratando de distinguir algo en los barrios por los que pasábamos o mirando en el reflejo de la ventanilla las actitudes de los otros pasajeros, pero básicamente pensando y repensando mis cosas. Frente a mi asiento, una gorda con el pelo pintado de amarillo se le fue encima a un travesti e iniciaron una serie de besos que duró bastante, como dos o tres kilómetros.
6-"The Lord loves the one (that loves the Lord)", George Harrison
7-"I'm in the mood for love", Louis Armstrong
Una canción bellísima que me vino en cierto momento al pelo para la novela que estoy escribiendo a medias con mi amigo. Yo estaba escribiendo o reescribiendo una parte del capítulo II y había puesto un disco de Louis Armstrong haciendo viejos standards, grabaciones muy viejas, con mucho siseo. El disco empieza con "Stardust". En cierto instante llegó "I'm in the mood for love" y al protagonista de la novela le pasó algo muy importante en su infancia y que estuvo relacionado con esa canción y una entrañable casa en una playa. A mi amigo por suerte le gustó la situación y pasó también a ser un amante de esa canción, que convivió también con él por mucho tiempo, según consta en varios mails o conversaciones por MSN.
8-"The lady is a tramp", Stéphane Grappelli
Un caso similar al anterior. Me tocaba empezar a escribir el capítulo V de la novela con mi amigo cuando me sentí con ciertas dudas. En ese capítulo pasan ciertas cosas o se conocen ciertas cosas sobre una mujer. Me vinieron las palabras "The lady is a tramp" a la cabeza y luego el ataque del violín de Grappelli, y allí entreví el tono de las líneas de ese capítulo, la sustancia de la que iba a estar hecho. Horas, horas de escritura en un galpón de la casa de mi padre en el Kennedy, soportando el calor, con ese disco de Grappelli dando vueltas, regresando una y otra vez al tema 1: "The lady is a tramp".
9-"Strange apparition", Beck
10-"Motorcade", Beck
11-"Don't blame me", Thelonious Monk
Estaba una tarde en la casa de Victoria, haciendo reposo por mi dedo fracturado. Ella se había dormido sobre un sillón al lado de la estufa. Yo estaba en el otro sillón, acostado también, pero leyendo algo. Desde el cuarto llegaban los temas de "Criss-cross". Oí la respiración, tal vez un suspiro de Victoria en medio de un sueño, y luego las notas del piano en "Don't blame me" y hasta la voz de Monk acompañándose. Era como una estela de gracia que cubría todas las cosas de la casa, haciéndolas más transparentes mientras afuera soplaba el viento de invierno.
12-"Five", Bill Evans
A mí hermano se le pegó tanto la melodía de este tema, que a los días yo ya la tenía en la cabeza y me acompañaba mientras bajaba las escaleras, mientras cruzaba las calles o mientras esperaba algún ómnibus, sentado en una garita a cubierto de la lluvia.
13-"Moonglow", Benny Goodman
14-"If I needed someone", The Beatles
¿Qué canción o canciones de los Beatles elegir y no ser injusto? Todos los días escucho algo de los Beatles. Suelo poner de nuevo una canción con insistencia. Los Beatles tienen, como lo tienen los compositores clásicos, esa cualidad de hacer que sus sonidos ofrezcan con inusitada regularidad una especie de conciliación con la realidad, o como si cada canción trajera consigo una explicación de una arista de algo que estamos viviendo aquí y ahora. Qué sé yo... "If I needed someone" fue la primera que me vino a la cabeza y me trajo también el recuerdo de estar yendo al liceo una mañana de invierno a las 7.30. Iba pedaleando por Avda. Lavalleja cuando el sol se levantó sobre el final de la calle y derramó una luz espesa y amarilla que yo iba atravesando como podía, perplejo, mientras sonaba esa canción. Otra epifanía de entre casa, digamos.
15-Allegro del "Concierto para corno N°3, K.447", W.A.Mozart
16-"The strange effect", The Kinks
17-"Shoot me dead", Caetano Veloso
Yo estaba en la playa, en la parada 16 de la Brava. Era a mediados de abril, pero el agua seguía estando tibia. Entre las olas, mientras nadaba, me había pasado por debajo una manta raya bastante grande. Fue un espectáculo de una precisión y una tensión casi insoportables y a la vez hermosas. Salí rápidamente. No había nadie en toda la costa en un radio de cientos y cientos de metros. Y entonces el sol, otra vez más el sol.
18-"Jockey full of bourbon", Tom Waits
Un sueño. El Toto y Morales se aproximaban por la ruta Aparicio Saravia, que une La Barra con Maldonado, en su Fiat Premio blanco. Yo los veía de frente. Doblaban a mi derecha. Iban para el lado del Club de Golf.
19-"Sentimental blues", Ray Charles
En el bar de mi padre, estoy seguro, escuché por primera vez esta canción, en una vieja radio Philips. Yo no tendría ni 10 años aún. Quizás hasta la habré escuchado más de una vez, por cómo me quedó grabada. Hace unos meses me compré un disco triple de Ray Charles y la oí por primera vez en casi veinte años. Fue como una trompada en la pera.
20-"Tatuágem", Chico Buarque
El amor, claro...