miércoles, 30 de diciembre de 2009

Otro de Suárez


[Mientras se van los últimos días de 2009 algunos amigos y familiares (¡oh, mamma!) me han insistido en que está todo bien con eso de la ballena, pero, vamos, Jonás, escríbete algo de vez en cuando... Así que para los queridos insistentes van por lo menos en estos días un par de textos que me anoté en la libreta de los sueños. Uno de ellos, el que sigue, relacionado con una noticia deportiva de por estas jornadas. Abrazos.]

Soñé antes de Navidad que la selección de Portugal llegaba a Uruguay para una serie de cinco partidos ante nuestra selección al mejor estilo play-offs. Antes del primero de los encuentros hubo algunos comentarios cruzados entre los técnicos de ambas selecciones y se supo también que Cristiano Ronaldo no iba a estar por lo menos para el primero de los partidos, pero sí Figo, Simao y Deco. Entre esos cruces de noticias pequeñitas que los diarios iban recogiendo para matar el tiempo hubo una declaración del técnico de Portugal, que manifestaba que el hecho de jugar contra Uruguay tenía un componente tan especial como el de enfrentarse a un combinado de aliens. Al parecer las palabras fueron tomadas como irónicas por la afición uruguaya.
En fin, el asunto es que el primer partido iba 0 a 0 hasta pasada la mitad del segundo tiempo. En ese momento Luis Suárez abandona el campo de juego y se acerca a Tabárez pidiéndole algo. El técnico uruguayo revuelve el interior de un bolso y le alcanza de inmediato algo al jugador. Cuando Suárez retorna corriendo al área de Portugal se ve claramente que se coloca una máscara de alienígena. Es en el preciso instante en el que hay un corner para Uruguay. Forlán lo patea pasado sobre el segundo palo y entonces Suárez cabecea por encima de varios, entrando desde atrás, y pone el 1 a 0. Los jugadores uruguayos salen corriendo detrás del goleador en el festejo. Pero Suárez se adelanta bastante y llega hasta el sector en que las cámaras fotográficas pueden tomarlo de cerca. Se señala con ambas manos la cabeza cubierta con la máscara y grita:
-¡Marciano! ¡Marciano!...

(El siguiente partido se iba a jugar en Canelones).

jueves, 24 de diciembre de 2009

domingo, 13 de diciembre de 2009

Los alienados


Comparto con mis amigos lectores una buena noticia para ir despidiendo este año.
La editorial La Propia Cartonera, de Montevideo, acaba de publicar mi relato "Los alienados".
Como muchos saben esta editorial es un proyecto alternativo que tiene un perfil de trabajo social inspirado en la argentina Eloísa Cartonera. Las tapas de los libros son confeccionadas con cartón reciclado y pintadas por niños, jóvenes y todo el que se acerque al taller del Bar Clase A, en Nuevo París, un barrio de la periferia de Montevideo.
En cuanto a mí mismo, haber publicado un libro en esta editorial tiene un contenido emocional muy importante, ya que en dicho barrio nació y se crió mi madre, a tan sólo una manzana de donde son confeccionados los libros. De hecho, la familia de mi madre (particularmente su abuelo, Giovanni Bertolino), es una de las primeras familias que pobló el lugar. Así que bueno... qué más puedo pedir...
Gracias desde ya a los editores de La Propia y, por supuesto, a todos aquellos lectores que han aportado de distintas maneras su opinión sobre mis trabajos.

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La Propia Cartonera:

www.lapropiacartonera.blogspot.com

lapropiacartonera@gmail.com

miércoles, 2 de diciembre de 2009

American patrol

Me tuve que venir por unos días a Montevideo para hacer unos trámites y atender ciertas invitaciones. Salí de Maldonado de noche. Llovía. Me acomodé contra la ventanilla y le di play al disco que tenía colocado en el discman, que era una antología de Glenn Miller. De pronto, cuando arranca "American patrol", comienzo a reírme. Me doy vuelta y apoyo mi frente contra la ventanilla fría, pero es evidente que la persona que va sentada en el asiento de al lado tiene que percibir cómo me sacudo. No puedo parar de reírme. Y acá viene una anécdota. Una anécdota muy a tono con estos aires de bonanza futbolístico-política previos al clásico de Peñarol y Nacional del próximo domingo.
Una noche de verano en Maldonado, fuimos con Valentín, y nuestras respectivas novias de esa época, a ver un clásico en el estadio del Campus. En Peñarol dirigía Garisto, jugaba el haitiano Jean Jacques; en Nacional estaba el "Loco" Abreu, etc. Se jugaba la final de la Copa Ricard, si mal no me acuerdo. Es probable que el partido lo haya empezado ganando Peñarol. (Valentín recuerda que el empate lo hizo Abreu). Como sea, hubo empate 1 a 1 y fueron a penales y el haitiano erró un penal definitorio justo en el día de su cumpleaños y Nacional ganó. Hasta ahí lo más estadístico. Pero algo de lo mejor había empezado en el entretiempo, con un muy provinciano anuncio del entretiempo, en el que se publicitaba a un sanatorio de Punta del Este con "American patrol" sonando libremente por varios segundos. Con Valentín (con quien adoramos a Glenn Miller) nos empezamos a reír por ese agujero negro que se formó entre el maremágnum cumbiero de los otros avisos. Pero el partido se reanudó y con él las ganas de los jugadores de imponerse de una manera u otra. En un momento de ese segundo tiempo hubo una serie de faltas muy duras tanto de un lado como de otro, luego unos empujones, unos manotazos y al final dos o tres piñas perdidas. Mientras la gente puteaba y alentaba según el caso, algo sucedió en la cabina de control del audio del estadio que comenzó a irradiarse la canción de Glenn Miller. Las corridas, las separaciones, los ingresos de los policías con los escudos al frente ilustraban los compases del conjunto de Miller y precedían las palabras del locutor recomendando los servicios del sanatorio. En un instante, entonces, aislados de la furia del resto de los parciales, aun de nuestras novias, que empezaron a mirarnos con cara de querer una explicación de lo que nos sucedía, Valentín y yo cruzamos nuestras miradas y nos reconocimos riendo, pero riendo a un nivel de parálisis en el que todo se iba al diablo. La trifulca se disipó de a poco y en nuestros sonidos se continuaban los ataques de los vientos de los muchachos de Miller. Entonces empezamos a llorar, a llorar de la risa. Las chicas nos miraban a punto de levantárseles una sonrisa. Otras personas se daban vuelta y nos observaban sin disimulo.
Por eso, cada vez que escucho "American patrol" termino llorando de la risa, pero de la risa histérica de un recuerdo desquiciado. Formamos con Valentín una burbuja una vez más y esa burbuja es lo que puedes sentir a veces bajo el término de "amistad".
Llegué a Montevideo casi a la medianoche. Dejó de llover. Hay un poco de viento fresco. Saqué el celular para avisarle a Valentín que llegué y de pronto me lo encuentro casi encima de mí, preparándose para el abrazo. No contaba con que me fuera a buscar a la terminal.
-¿Te acordás de "American patrol"? -le pregunto entonces.