domingo, 30 de mayo de 2010

Cura


Hace unos días soñé esto:

Entro al almacén a comprar algunas cosas, pero el almacén no es como ninguno de los del barrio, o más bien se combinan en él características de varios almacenes que conozco.
De repente veo que en un sector hay un cura eligiendo alguna cosa para llevarse. Al principio me sorprendo un poco de ver a un cura allí, pero en seguida me digo que no debe tener nada de extraño, porque también es una persona, etcétera, etcétera...
Así que ya me estaba olvidando de él y me fijaba en algo que me quería comprar cuando siento que me empujan. El cura había pasado muy cerca y, como el espacio entre las góndolas era muy estrecho, había terminado por darse contra mi cuerpo. De inmediato el cura me pide disculpas. Yo le digo que no se preocupe y entonces tengo un tiempo para verlo más de cerca y comprobar que es un hombre ya maduro y bastante grande de cuerpo.
Pasa un tiempo breve, y cuando estoy en otra sección siento que me empujan de nuevo, de costado y sobre un hombro. Miro a un lado y lo tengo al cura pidiéndome disculpas otra vez más, asegurándome que tampoco esa vez me había visto. Sé que trato de mostrarme cortés y hasta de sonreír mientras le digo que no pasa nada y él se aleja; pero lo sigo con la vista un poco de reojo y comienzo a preguntarme si no habrá sido a propósito.
Un momento más tarde estoy parado frente a la sección carnicería, esperando por mi turno. Disimuladamente veo que desde la parte izquierda, bajando por una especie de rampa, se acerca el cura con algunos artículos. Una cosa que noto en ese instante es que hay suficiente espacio entre donde estoy y el resto de la gente como para que el cura pase sin siquiera rozar a nadie. Pero ocurre que me distraigo, o miro hacia abajo tratando de no pensar más en el cura, y otra vez, otra vez más, el cura me lleva por delante. En esta oportunidad el golpe es tan violento que todo el brazo izquierdo me queda doliendo. Escucho entonces la consecuente disculpa del cura. Sin embargo no me parece ya percibir en sus palabras ni el más mínimo indicio de sinceridad. El cura me dice "¡Disculpe!", se ríe un poco como pensando en que a ambos nos parece algo muy curioso que nos hayamos chocado a lo largo de todo el almacén y sigue de largo hacia el lado donde está la caja.
Yo permanezco frente a la carnicería y lo observo alejarse mientras pienso que el cura se está buscando que le dé una buena paliza. Y ganas ya no me faltan.