En la Ñ de hoy vi que "El código Blanes", el libro del fernandino (¿adoptado?) Marciano Durán, llegó a la vecina orilla. Hace unas semanas me había llegado un anuncio por mail acerca de que la novela se presentaba en el Centro Cultural Borges. Que a varios uruguayos, corrijo, que a varios habitantes de Maldonado, como yo, les llegara ese mensaje con tal información, significaba algo más que el abrigo de la esperanza de que fuéramos. Pues bien, hoy, 16 de junio, a ya medio año de publicada la novela, es nombrada por Ezequiel Martínez en su columna "pistas". Las palabras de Martínez ya anticipan un tiquiñazo sin tocar el libro: "¡Hasta trae un CD interactivo con extraños jeroglíficos para descifrar durante la lectura! Igualito a ya sabemos quién. En cualquier momento se vienen las páginas de ‘La conspiración Quinquela’, ‘El enigma Berni’ o ‘La hermandad Molina Campos’". No pongo ya en duda que Marciano Durán se debió haber pensado hace rato algunas de esas posibilidades que baraja Martínez o algo similar. Durán ha encontrado en la industria editorial uruguaya, y en muy poco tiempo, un hueco que casi nadie había sabido encontrar. Ese es su mérito mayor. Aunque cuando uno intenta leer alguno de sus libros se descubre que todo se resume en ese mérito. El escritor (si lo hubiera) se condensa y agazapa sólo en ese mérito y desplaza cualquier bondad literaria hipotética. El aporte de Durán, como hombre-mérito, es señalar que la industria editorial uruguaya puede sorprender en números. El asunto es que cuando uno se fija en los números de ventas no puede dejar de sorprenderse de que tanta gente haya comprado "El código Blanes" y de que ahora todo esto se extienda a Buenos Aires, que ¡vaya si tiene sus novedades! Creo que hay que sentarse a pensar en que si "El código Blanes" agotó cinco o seis ediciones en Uruguay, esto nos habla de una carencia de nuestros lectores, una carencia que, según he visto, atraviesa todos los grupos sociales. Porque que me caiga muerto ahora (con estos dichos no se juega me decía mi abuela) si esta novela, cuya supuesta trama está animada por un tema que vuelve hiperestésicos a varios de nuestros conciudadanos (a saber: las conspiraciones, la masonería, etc.), no deja de asombrarme por ese comienzo tan seco y tan kitsch, tan parecido al borrador de un borrador del guión de una de esas películas de yanquis contra rusos, chinos o musulmanes que pasan los viernes o sábados de madrugada en canal 4. Y dejo aquí consignado que no pude avanzar más que dos o tres capítulos, aunque me habría encantado tener un poco más de tiempo para saber a qué se podría haber llegado con un comienzo así. Redondeo: el éxito de su venta es la miseria del lector medio uruguayo. Y, por supuesto, que conste que no tengo nada en contra de los escritores que venden bien, porque bien que admiro a más de uno de ellos, a más de uno que pueden tildar de escritorzuelo de best-seller pero que puede narrar con una fuerza que deja en pelotas a más de uno de esos serios intelectuales de las letras.
Pero bueno, antes que yo, antes que Ezequiel Martínez, mi estimado Ignacio Fernández de Palleja (por más señas www.chorizoderueda.blogspot.com) publicó una reseña sobre "El código Blanes" en el número de enero de ISCARIOTE (nº 21). Es de las últimas buenas notas de Ignacio antes de su alejamiento de la revista, y en donde dice algunas cosas como estas: "El final de la narración queda abierto, lo que es un indicio firme de que la historia continúa. O empieza. Porque, a decir verdad, la trama es muy débil y aquello que la haría avanzar no hace más que acumularse. No hay prácticamente acción y los personajes son estereotipados y superficiales. El disco compacto tampoco aporta emoción. Es un éxito de ventas porque le ha salido al cruce a Papá Noel y lo ha encandilado con una presentación hecha por computadora, con banderas y pinturas, con el brillo del mito." La nota de Ignacio se llamó "El código frito", la de Ezequiel Martínez "El código oportunista" Yo soy más simple: "El código indescifrable".
Ahora me acuerdo de la cálida tardecita de diciembre en que se presentó el libro en el Cuartel de Dragones. Ignacio y yo nos sentamos juntos. La presentación incluía pantalla gigante con video introductorio, voz de locutor a la manera de los avances de cine y audio de óptima calidad. Antes que el libro, la importancia del evento parecía radicar en la presencia de Durán como una suerte de médium-semiólogo que revelaba algo que ni Barrán, Nahum, Williman y los que pinten se habían animado a decir sobre los orígenes de la patria y su futuro. Me acuerdo de que Ignacio andaba con su grabador, y en ese grabador él y yo empezamos a registrar en acento castizo (más él que yo) aquello que veíamos en la pantalla. Las luces estaban apagadas, y como el audio era atronador me pareció que nadie podría darse cuenta de lo que hacíamos. Hace unos meses Ignacio me trajo el casete y nos morimos de risa. Fue entonces que me acordé de una señora que estaba sentada frente a nosotros, toda endomingada y escuchando y mirando el video como si fuera el Sermón de la Montaña. A la salida, se dio vuelta y me miró como para partirme al medio, como diciéndome "¡Qué guarango!". Y sí, señora, le habría contestado yo, a veces no queda otra que hacerse el guarango.
Pero bueno, antes que yo, antes que Ezequiel Martínez, mi estimado Ignacio Fernández de Palleja (por más señas www.chorizoderueda.blogspot.com) publicó una reseña sobre "El código Blanes" en el número de enero de ISCARIOTE (nº 21). Es de las últimas buenas notas de Ignacio antes de su alejamiento de la revista, y en donde dice algunas cosas como estas: "El final de la narración queda abierto, lo que es un indicio firme de que la historia continúa. O empieza. Porque, a decir verdad, la trama es muy débil y aquello que la haría avanzar no hace más que acumularse. No hay prácticamente acción y los personajes son estereotipados y superficiales. El disco compacto tampoco aporta emoción. Es un éxito de ventas porque le ha salido al cruce a Papá Noel y lo ha encandilado con una presentación hecha por computadora, con banderas y pinturas, con el brillo del mito." La nota de Ignacio se llamó "El código frito", la de Ezequiel Martínez "El código oportunista" Yo soy más simple: "El código indescifrable".
Ahora me acuerdo de la cálida tardecita de diciembre en que se presentó el libro en el Cuartel de Dragones. Ignacio y yo nos sentamos juntos. La presentación incluía pantalla gigante con video introductorio, voz de locutor a la manera de los avances de cine y audio de óptima calidad. Antes que el libro, la importancia del evento parecía radicar en la presencia de Durán como una suerte de médium-semiólogo que revelaba algo que ni Barrán, Nahum, Williman y los que pinten se habían animado a decir sobre los orígenes de la patria y su futuro. Me acuerdo de que Ignacio andaba con su grabador, y en ese grabador él y yo empezamos a registrar en acento castizo (más él que yo) aquello que veíamos en la pantalla. Las luces estaban apagadas, y como el audio era atronador me pareció que nadie podría darse cuenta de lo que hacíamos. Hace unos meses Ignacio me trajo el casete y nos morimos de risa. Fue entonces que me acordé de una señora que estaba sentada frente a nosotros, toda endomingada y escuchando y mirando el video como si fuera el Sermón de la Montaña. A la salida, se dio vuelta y me miró como para partirme al medio, como diciéndome "¡Qué guarango!". Y sí, señora, le habría contestado yo, a veces no queda otra que hacerse el guarango.
3 comentarios:
"El código indecodificable".
joder, que vais a descalabrarlo al tío, que por una vez un uruguayo ha hecho algo y vosotros le salís con esa cantilena de que lo que ha hecho apesta y todo eso, ¡basta de poner palos semióticos en las ruedas! ¡basta de exigir cosas bien hechas! ¡sintámonos a gusto con la mierda que ya ha superado el cuello! ¡adhiramos a la peña marciana! ¡droguémonos con códigos!
muy buen reporte...es mi primera visita por el blog pero me he sentido tremendamente conforme...no he leido el libro...ni pienso hacerlo en un futuro cercano...pues directamente no me atrajo el mismo...me parecio no mas que una burda copia de aquel best seller de Dan Brown...
por cierto...cuando hablas de numeros...que tanto es que se mueve la venta de libros en uruguay? siempre que me paro frente a la vidrieras a ver nuevos titulos me encuentro con el local vacio (salvo por quienes lo atienden y los libros :P)....
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