Hace mucho tiempo, semanas, que no me puedo sacar de la cabeza un tema de Paul Mc Cartney. La canción se llama "3 legs" ("3 piernas"). Aparte de ser uno de esos temas de Paul que insuflan en quien lo escucha un sentimiento casi de euforia, tengo que decir que tiene una letra muy intersante, una letra que trata muy veladamente de una historia de amor y odio, y que puede ser también la historia de Paul y John. Ese perrito de tres patas que se nombra en "3 legs" me parece demasiado sospechoso como para dejar de ser una metáfora. Es entonces que percibo una cierta bronca en la manera en que Paul canta, una cierta desazón por algo que no pudo prosperar. En un principio está eso de "Mi perro tiene tres patas, / pero no puede correr". Pero luego, quizás revisando cómo pudo haber salido de la situación cada una de las partes, viene eso de la bronca: "Mi perro tiene tres patas / El tuyo no tiene ninguna". Va la letra en inglés...
"3 legs"
Well, when I walk, when I walk / on my horse upon the hill / (When I walk the horse upon a hill). / Well, when I walk, walk, walk, walk, / on my horse upon the hill / (When I walk the horse upon a hill). / And I lay me down, / will my lover, love me still. / A dog is here, (A dog is here). / A dog is there (A dog is there). / My dog he got three legs / but he can't run. / Well, when I thought, when I thought / when I thought you was my friend / (When I thought I could call you my friend). / When I thought, when I thought / When I thought you was my friend / (When I thought I could call you my friend). / But you laid me down, put my heart around the bend. / A fly flies in (A fly flies in). / A fly flies out (A fly flies out). / Most flies they got three legs / but mine got one. / Well, when I fly, when I fly, when I fly, / when I fly above the cloud / (When I fly above the man in the crowd). / Well, when I fly, when I fly, when I fly, / when I fly above the crowd / (When I fly above the man in the crowd). / You can knock me down with a / feather, yes you could. / But you know it's not allowed / (But you know it's not allowed) / A dog is here, (A dog is...) / My dog he got three legs. / Your dog he got none. / My dog he got three legs. / Your dog he got none. / My dog he got three legs / Your dog he got none.
Si alguien quiere escuchar el tema directamente de la web en este momento, puede hacerlo en www.youtube.com Aunque el sonido no es de lo mejor... El link es http://youtube.com/watch?v=cmGblSMH8Ug
*APÉNDICE*
Otro perro de tres patas (I)
Cuando yo tenía 16 años me encontré un perro negro de tres patas. Y tengo que decir en su honor que fue el perro más fiel de cuantos tuve. Una tarde me fui en bicicleta hasta la casa de Felipe en El Chorro (entre 10 y 15 kilómetros desde el Kennedy) y al rato de que llegué, digamos a la media hora o más, se apareció el perro. Nosotros nos asombramos de cómo pudo haber hecho una cosa así. Pero allí estaba, mirándonos, con la cola de un lado para el otro y con la lengua colgando medio muerta entre los colmillos. Había llegado cansado y sediento. A la vuelta, yo tuve que salir haciendo que Felipe encerrara al perro, porque si no la escena se iba a repetir. O no. La vuelta habría sido la muerte para el perro. También ya era de noche. Una hora después Felipe y su madre aparecieron con su automóvil por mi casa y me lo dejaron. Eso fue en el año 2000. A principios del año siguiente se murió. Yo estaba por unos días en Minas cuando una mañana mi padre me llamó y me dijo que lo encontraron muerto. Era un perro muy raro. Cuando íbamos a la playa, lo primero que hacía era correr hasta donde rompían las olas, frenar de golpe clavando su única pata delantera en la arena húmeda y comenzar a ladrar desaforadamente al agua. A lo primero yo me reía, pero luego empezaba a darme rabia que no se comportara como todos los otros perros. Todas las otras personas que llevaban perros en otoño, invierno y primavera (en verano es más complicado) caminaban y los perros los seguían olisqueando por aquí y por allá palitos, pingüinos muertos o simplemente la basura. Pero mi perro no, me seguía casi por compromiso porque le ladraba a las olas y eso le parecía mucho más importante. Entonces yo me volvía a casa y él se aparecía al rato y no me miraba porque sabía que había estado mal, que me había dejado de lado. Sin embargo, aparte de esa, tenía otras costumbres más raras. Costumbres que a mí, como dueño, y ante el resto de la gente, me dejaban mal parado. Como lo que pasó una vez que me siguió hasta Maldonado (eso era moneda corriente, porque a él le encantaba ir hasta Maldonado), cuando yo era estudiante de profesorado. Me acuerdo que en la zona de Cachimba del Rey, donde yo estudiaba, había suelto un rottweiler gigantesco. Yo les tengo terror a los rottweiler, y eso me parecía un peligro mayor. Cuando vi que mi perro, ya a lo lejos, se le arrimaba para comenzar con el olfateo mutuo, temí lo peor. Era obvio que si el rottweiler lo mordía me lo mataba. Yo tenía que entrar a clase de Teoría Gramatical así que apenas vi el comienzo de la escena. Y como vi que no pasaba nada más, me quedé tranquilo, porque el comienzo fue amistoso. Y qué amistoso que terminó siendo cuando salí de clase dos horas después y los que habían estado allí afuera porque había faltado algún profesor, o algo por el estilo, me decían que mi perro era un sodomita. Parece que fue la diversión del barrio en esas horas. El rottweiler era obviamente macho, por lo que se escabullía cuando mi perro le fue buscando la vuelta. Hasta que el rottweiler se puso a llorar ante la insistencia del otro y apareció el dueño y lo entró a la casa. Hubo otro caso similar una vez que fui a ver jugar al Kennedy a la cancha de Alianza, en la zona de Beverly Hills. Jugaba la tercera. En el entretiempo, los jugadores estiraban sentados llevándose las manos hasta la punta de los pies. En eso se apareció mi perro cruzando la cancha vacía, se frenó detrás de uno de esos jugadores, apoyó su única patita delantera en un hombro del tipo y comenzó a arremeter contra la espalda sudada. En seguida lo apartaron y se burlaron del hombre una y otra vez. Luego empezó el segundo tiempo y hubo que corretear a mi perro para que dejara jugar en paz. Yo estaba del otro lado de la cancha comiendo un choripán cuando sentí que un jugador me gritó: "¡Vo, Damián!... ¡Sacá a tu perro puto de acá!..." En fin... Mucha vergüenza después. Llamándolo. Mostrándole un choripán para coaccionarlo. Corriéndolo de atrás. Amagando con tirarle alguna piedra, luego con acariciarlo. Ese sábado el Kennedy perdió. Pero eso no tiene nada que ver.
Otro perro de tres patas (II)
En el buscador de Google me enteré de que Sandra Bullock había adoptado un perrito de tres patas. ¡¡¡Qué tierno!!!
3 comentarios:
El que yo conozco se llama Óscar y trabaja vestido de azul. Una vez ayudó a su compañero a atrapar un malviviente, pero por compromiso nomás. Estudiaba español. Hablaba bayano.
Dear Ignatium: No confieses lo incofesable...
Ves!? Exactamente lo que te decía en el comentario anterior...
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