Lo vio todo el mundo. En el segundo tiempo el juez Nushimura paró una acción de la selección francesa. Entre los cambios de cámara y que el problema aparentemente se resolvió de inmediato, quizás se haya demorado un poco en entender qué era lo que pasaba. Nada más que lo que se llama un "objeto extraño" en el campo de juego. En este caso dos globos celestes unidos por sus nudos. El replay definitivo muestra a los globos celestes en un primerísimo primer plano, recortados con perfección sobre el verde flamante del césped del estadio Green Point de Ciudad del Cabo. De repente, en cámara lenta, aparece un botín amarillo y pisa el globo de la izquierda y lo hace estallar. La cámara es tan, pero tan lenta que vemos el curso de la goma contrayéndose y algún que otro pedazo despistado saltando a la nada. Luego, de forma muy anunciada y terrible, el botín reaparece, una vez más de arriba hacia abajo, y revienta el globo de la derecha. Chau, globos celestes.
Ahora, ahora mismo, pensemos por un momento que esos globos celestes, ya que estamos, ya que eran celestes, en fin, representan el "carácter" de Uruguay, los "huevos", lo-que-hay-que poner-cuando-hay-que-poner-lo-que-hay-que-poner", todo eso. Es una metáfora demasiado evidente, pero da lástima dejarla seguir de largo. Así que ahora tenemos el botín amarillo, que aparece súbitamente desde arriba hacia abajo y manda a la miércoles los dos "huevos".
Uno puede pensar que en el minuto 81 Nicolás Lodeiro cometió una de las tonterías más grandes de lo que va de su corta trayectoria profesional. La jugada no admite réplica. Lodeiro va con la suela hacia adelante y la calza contra el cuello del pie de apoyo de Bakary Sagna. Cualquier otro jugador que no hubiera sido Sagna, que parece esculpido en bronce, terminaba fracturado o por lo menos bastante sentido como para terminar abandonando el campo de juego. Cuando el árbitro japonés es enfocado, corriendo hacia el centro de la acción, la tarjeta amarilla en su mano parece más bien una delicadeza exagerada. Lodeiro ya había recibido una tarjeta amarilla cuando ya llevaba poco tiempo como reemplazante de Ignacio González. Su expulsión ya va camino de ser uno de esos detalles que se recuerdan de Uruguay en los Mundiales, del tipo del cabezazo del "Chengue" Morales que pudo haber sido el cuarto gol contra Senegal en Japón y Corea del Sur 2002, o el penal errado por Rúben Sosa contra España en Italia '90 o, de forma algo similar, la expulsión inmediata, a los 56 segundos de ingresar al campo de juego, de José Batista, contra Escocia en México '86. Sin embargo, el problema no es de Lodeiro. Si bien su falta fue desmedida, estaba en sintonía con algo mayor, expresaba un estado de cosas que era muy superior a él en ese instante del juego. Por eso cargar sobre sus espaldas el hecho de que Uruguay se viera al borde de la derrota es en cierto modo una especie de canallada. Porque no hay que exigirle mucho a un chico de 20 años que es un muy buen jugador y al que se lo insertó en la selección en los partidos de repechaje ante Costa Rica como alternativa de algo que en realidad ni siquiera existe en la selección: un conductor del juego, un armador de jugadas. El vacío que Lodeiro dejó con su expulsión en realidad ya estaba en la cancha desde el inicio del partido. Estaba presente en la imposibilidad de Ignacio González de poder concretar alguna jugada clara que abasteciera a Forlán o a Suárez. Por eso Forlán hizo un muy buen partido, y por eso Suárez hizo un muy mal partido. El primero de ambos tuvo que bajar varios metros para poder encontrar la pelota, pasársela a alguien, pedir que se la devolvieran y generar con alguna gambeta el espacio necesario como para sacar un remate franco al arco: cosa que hizo en el primer tiempo cuando Lloris, el arquero francés, no tuvo más remedio que rechazar a un costado el tiro. En el caso de Suárez, sus intentos fueron vanos. No pudo retener la pelota, no estuvo claro para pasarla, etcétera, etcétera...
Casualmente, Francia sufrió el mismo mal: no tener a alguien que pudiera armar el juego, alguien que hiciera que sus compañeros se mostraran como opciones de pase, libres por completo de marca. Ribéry tuvo algunas incursiones muy buenas por la izquierda, pero en todos los casos la defensa uruguaya, mal o bien, lo resolvió, sobre todo con un gran juego de Diego Godín y con la seguridad en el arco que presentó Muslera. Además, el hecho de jugar con Anelka y no con Henry como delantero nos alivió bastante. En mi memoria de espectador de fútbol por televisión, tengo a Anelka como el jugador que más goles claros ha errado en la Premier League. Así que verlo jugar me causó una gran satisfacción.
Lo otro que reveló la expulsión de Lodeiro en realidad estuvo siempre visible en las Eliminatorias, y es la escasa posibilidad de recambio de esta selección dirigida por Washington Tabárez. Y ni siquiera pasa porque se dude de que pueda tener buenos resultados. Es simplemente que nos hemos acostumbrado a los equilibrios precarios. Y cuando el equilibrio es precario, lo que hay que tener es temple, carácter, y Uruguay es un equipo que lo tiene de sobra, hasta el punto de que nos ha hecho conmover sinceramente a sus hinchas. Así que lo terminó demostrando en esos quince minutos finales en los que Francia nos metió contra el arco y buscó romper de una vez por todas el 0 a 0 que en cierto modo reflejaba bastante bien lo que había sido el encuentro. Si uno no fuera hincha de Uruguay, ni de Francia, con toda probabilidad este partido hubiera sido un aburrimiento total.
Pero atendamos un poco a esos minutos finales. Sebastián Abreu, que había entrado por Suárez y que era la opción de encontrar en una pelota aérea el gol de la victoria, terminó siendo un pilar de la defensa. Forlán jugó pegado a los volantes centrales. Cada envío que llovía buscando la cabeza de Henry era un fastidio. Lugano y Godín volaban, cabeceaban, se tiraban al suelo. El "Palito" Pereira jugó hasta el borde de sus capacidades físicas. Todo fue el sufrimiento total. Si a Francia le quedó la amargura de no haber podido obtener el triunfo, creo que a nosotros nos quedó el sabor en cierto modo dulce de comprobar que nuestra "garra" estaba presente. Lo de Lodeiro, en sí, fue la expresión extrema de ese sentimiento, que llevó a su vez a sus compañeros a redoblar la actitud.
Ahora quiero decir por qué este partido me dejó feliz...
Uruguay no va a ser nunca más campeón del mundo. Admitámoslo... No sólo pesa sobre nosotros el hecho de ser un país con pocos atractivos y poco peso para el resto del mundo, sino que el hecho de que ganemos otra vez un Mundial debe estar entre las opciones de menor rédito para la FIFA. Y por si fuera poco, el tiempo es breve y está el asunto del calentamiento global, o de la bomba atómica en poder de Irán o de Corea del Norte... Es decir, ¿qué nos queda por hacer ante tan aplastante panorama? Simplemente molestar. Molestar todo lo posible contra los intereses, aún considerando que nosotros mismos entremos de vez en cuando en el concierto de esos intereses. Pero como nuestras chances siempre son mínimas, siempre seremos una molestia, un dolor de cabeza, una pateadura en el culo. Como lo fuimos ahora para Francia, una de las supuestas potencias del fútbol, último vice-campeón mundial, un candidato, sino de primera, de segunda línea para ganar el Mundial. Va de nuevo: admitámoslo, y entonces va a ser más divertido, quizás el juego nos dé verdaderas satisfacciones, como la de ayer. Los franceses haciendo lo posible por regresar al pedestal del que han descendido, contra sus periodistas, contra su afición... Había que verlos, era muy gracioso. Y si uno ponía el televisor en "mute" y encima colocaba algún disco de Chayanne o de Ricky Martin, todo era mucho más gracioso. En serio. Y nosotros, nosotros que pudimos haber sido descalificados por Costa Rica, pusimos una piedra más en el camino. Esas cosas...
Pocas horas después del partido, me encontré con que un amigo en facebook había publicado las siguientes palabras: "Estos modernos futbolistas metrosexuales... ¡hay que lijar, pasarlos por lo carpido!, ¡basta de efectos comerciales, hay que ser URUGUAY!! Huevo, garra, codo, rodillazo, paralítica; palabras suplantadas por segunda pelota, galácticos, show, ser cautos... ¿Qué calculadora?... Sacá el ábaco y partíselo en la cabeza". Aparte de conmovedoras, estas frases son todo un dechado de capacidad de síntesis de instinto tribal, como vemos... Y aunque la verdad es que hay que decir que algunos de nuestros futbolistas pueden pasar por galácticos, sobre todo los goleadores de Europa Forlán y Suárez, y aunque algunos otros tengan algo de metrosexual, caso de Lugano o de Muslera... la verdad, continúo, es que hay que decir que estamos muy lejos de que esa sea nuestra norma o nuestra necesidad. Y creo que nos gusta mucho que se libere en los partidos todo lo que no tiene que ver con eso: ver a Arévalo Ríos, petizo, morocho, surgido como de las profundidades de la tierra, por fuera de todo el artificio de la prensa y el manejo de la imagen, trancando y llevándose por delante a todos, ver a todos esos sabuesos del medio campo repartiéndola a diestra y siniestra, atendiendo por número; ver esas cosas que nos hacen también distintivos, y saber que están otra vez más allí en un Mundial y que las cámaras se lo muestran a todas las personas del planeta, eso, todo eso es embriagador, y para todo lo demás está Master Card.
Las estadísticas del partido dirán, sin embargo, que Francia cometió más faltas que Uruguay. Pero sus infracciones y su juego brusco no podrían hacer asomar lo mismo que en nuestro caso. Por eso, ahora que recién empezó el Mundial, pensémoslo bien: ¿qué vamos a hacer con el poco tiempo que nos queda? Aguar la fiesta... Es lo que nos encanta, como cuando nos cuentan que Jules Rimet tuvo que improvisar su discurso al entregarle la copa a Obdulio Varela. Quizás la escala hoy sea otra y Maracaná ya se ha convertido en un modelo arquetípico. Pero ante un tipo de fútbol que difícilmente podamos alcanzar por el beneficio de los modelos económicos que nos agobian hoy, ¿qué más podemos ofrecer sino el carácter? Eso de pronto explique por qué en algún lugar donde se halla nuestra información genética los globos celestes aplastados por el botín amarillento-dorado, a un nivel así de profundo, nos dolieron.
Ahora, ahora mismo, pensemos por un momento que esos globos celestes, ya que estamos, ya que eran celestes, en fin, representan el "carácter" de Uruguay, los "huevos", lo-que-hay-que poner-cuando-hay-que-poner-lo-que-hay-que-poner", todo eso. Es una metáfora demasiado evidente, pero da lástima dejarla seguir de largo. Así que ahora tenemos el botín amarillo, que aparece súbitamente desde arriba hacia abajo y manda a la miércoles los dos "huevos".
Uno puede pensar que en el minuto 81 Nicolás Lodeiro cometió una de las tonterías más grandes de lo que va de su corta trayectoria profesional. La jugada no admite réplica. Lodeiro va con la suela hacia adelante y la calza contra el cuello del pie de apoyo de Bakary Sagna. Cualquier otro jugador que no hubiera sido Sagna, que parece esculpido en bronce, terminaba fracturado o por lo menos bastante sentido como para terminar abandonando el campo de juego. Cuando el árbitro japonés es enfocado, corriendo hacia el centro de la acción, la tarjeta amarilla en su mano parece más bien una delicadeza exagerada. Lodeiro ya había recibido una tarjeta amarilla cuando ya llevaba poco tiempo como reemplazante de Ignacio González. Su expulsión ya va camino de ser uno de esos detalles que se recuerdan de Uruguay en los Mundiales, del tipo del cabezazo del "Chengue" Morales que pudo haber sido el cuarto gol contra Senegal en Japón y Corea del Sur 2002, o el penal errado por Rúben Sosa contra España en Italia '90 o, de forma algo similar, la expulsión inmediata, a los 56 segundos de ingresar al campo de juego, de José Batista, contra Escocia en México '86. Sin embargo, el problema no es de Lodeiro. Si bien su falta fue desmedida, estaba en sintonía con algo mayor, expresaba un estado de cosas que era muy superior a él en ese instante del juego. Por eso cargar sobre sus espaldas el hecho de que Uruguay se viera al borde de la derrota es en cierto modo una especie de canallada. Porque no hay que exigirle mucho a un chico de 20 años que es un muy buen jugador y al que se lo insertó en la selección en los partidos de repechaje ante Costa Rica como alternativa de algo que en realidad ni siquiera existe en la selección: un conductor del juego, un armador de jugadas. El vacío que Lodeiro dejó con su expulsión en realidad ya estaba en la cancha desde el inicio del partido. Estaba presente en la imposibilidad de Ignacio González de poder concretar alguna jugada clara que abasteciera a Forlán o a Suárez. Por eso Forlán hizo un muy buen partido, y por eso Suárez hizo un muy mal partido. El primero de ambos tuvo que bajar varios metros para poder encontrar la pelota, pasársela a alguien, pedir que se la devolvieran y generar con alguna gambeta el espacio necesario como para sacar un remate franco al arco: cosa que hizo en el primer tiempo cuando Lloris, el arquero francés, no tuvo más remedio que rechazar a un costado el tiro. En el caso de Suárez, sus intentos fueron vanos. No pudo retener la pelota, no estuvo claro para pasarla, etcétera, etcétera...
Casualmente, Francia sufrió el mismo mal: no tener a alguien que pudiera armar el juego, alguien que hiciera que sus compañeros se mostraran como opciones de pase, libres por completo de marca. Ribéry tuvo algunas incursiones muy buenas por la izquierda, pero en todos los casos la defensa uruguaya, mal o bien, lo resolvió, sobre todo con un gran juego de Diego Godín y con la seguridad en el arco que presentó Muslera. Además, el hecho de jugar con Anelka y no con Henry como delantero nos alivió bastante. En mi memoria de espectador de fútbol por televisión, tengo a Anelka como el jugador que más goles claros ha errado en la Premier League. Así que verlo jugar me causó una gran satisfacción.
Lo otro que reveló la expulsión de Lodeiro en realidad estuvo siempre visible en las Eliminatorias, y es la escasa posibilidad de recambio de esta selección dirigida por Washington Tabárez. Y ni siquiera pasa porque se dude de que pueda tener buenos resultados. Es simplemente que nos hemos acostumbrado a los equilibrios precarios. Y cuando el equilibrio es precario, lo que hay que tener es temple, carácter, y Uruguay es un equipo que lo tiene de sobra, hasta el punto de que nos ha hecho conmover sinceramente a sus hinchas. Así que lo terminó demostrando en esos quince minutos finales en los que Francia nos metió contra el arco y buscó romper de una vez por todas el 0 a 0 que en cierto modo reflejaba bastante bien lo que había sido el encuentro. Si uno no fuera hincha de Uruguay, ni de Francia, con toda probabilidad este partido hubiera sido un aburrimiento total.
Pero atendamos un poco a esos minutos finales. Sebastián Abreu, que había entrado por Suárez y que era la opción de encontrar en una pelota aérea el gol de la victoria, terminó siendo un pilar de la defensa. Forlán jugó pegado a los volantes centrales. Cada envío que llovía buscando la cabeza de Henry era un fastidio. Lugano y Godín volaban, cabeceaban, se tiraban al suelo. El "Palito" Pereira jugó hasta el borde de sus capacidades físicas. Todo fue el sufrimiento total. Si a Francia le quedó la amargura de no haber podido obtener el triunfo, creo que a nosotros nos quedó el sabor en cierto modo dulce de comprobar que nuestra "garra" estaba presente. Lo de Lodeiro, en sí, fue la expresión extrema de ese sentimiento, que llevó a su vez a sus compañeros a redoblar la actitud.
Ahora quiero decir por qué este partido me dejó feliz...
Uruguay no va a ser nunca más campeón del mundo. Admitámoslo... No sólo pesa sobre nosotros el hecho de ser un país con pocos atractivos y poco peso para el resto del mundo, sino que el hecho de que ganemos otra vez un Mundial debe estar entre las opciones de menor rédito para la FIFA. Y por si fuera poco, el tiempo es breve y está el asunto del calentamiento global, o de la bomba atómica en poder de Irán o de Corea del Norte... Es decir, ¿qué nos queda por hacer ante tan aplastante panorama? Simplemente molestar. Molestar todo lo posible contra los intereses, aún considerando que nosotros mismos entremos de vez en cuando en el concierto de esos intereses. Pero como nuestras chances siempre son mínimas, siempre seremos una molestia, un dolor de cabeza, una pateadura en el culo. Como lo fuimos ahora para Francia, una de las supuestas potencias del fútbol, último vice-campeón mundial, un candidato, sino de primera, de segunda línea para ganar el Mundial. Va de nuevo: admitámoslo, y entonces va a ser más divertido, quizás el juego nos dé verdaderas satisfacciones, como la de ayer. Los franceses haciendo lo posible por regresar al pedestal del que han descendido, contra sus periodistas, contra su afición... Había que verlos, era muy gracioso. Y si uno ponía el televisor en "mute" y encima colocaba algún disco de Chayanne o de Ricky Martin, todo era mucho más gracioso. En serio. Y nosotros, nosotros que pudimos haber sido descalificados por Costa Rica, pusimos una piedra más en el camino. Esas cosas...
Pocas horas después del partido, me encontré con que un amigo en facebook había publicado las siguientes palabras: "Estos modernos futbolistas metrosexuales... ¡hay que lijar, pasarlos por lo carpido!, ¡basta de efectos comerciales, hay que ser URUGUAY!! Huevo, garra, codo, rodillazo, paralítica; palabras suplantadas por segunda pelota, galácticos, show, ser cautos... ¿Qué calculadora?... Sacá el ábaco y partíselo en la cabeza". Aparte de conmovedoras, estas frases son todo un dechado de capacidad de síntesis de instinto tribal, como vemos... Y aunque la verdad es que hay que decir que algunos de nuestros futbolistas pueden pasar por galácticos, sobre todo los goleadores de Europa Forlán y Suárez, y aunque algunos otros tengan algo de metrosexual, caso de Lugano o de Muslera... la verdad, continúo, es que hay que decir que estamos muy lejos de que esa sea nuestra norma o nuestra necesidad. Y creo que nos gusta mucho que se libere en los partidos todo lo que no tiene que ver con eso: ver a Arévalo Ríos, petizo, morocho, surgido como de las profundidades de la tierra, por fuera de todo el artificio de la prensa y el manejo de la imagen, trancando y llevándose por delante a todos, ver a todos esos sabuesos del medio campo repartiéndola a diestra y siniestra, atendiendo por número; ver esas cosas que nos hacen también distintivos, y saber que están otra vez más allí en un Mundial y que las cámaras se lo muestran a todas las personas del planeta, eso, todo eso es embriagador, y para todo lo demás está Master Card.
Las estadísticas del partido dirán, sin embargo, que Francia cometió más faltas que Uruguay. Pero sus infracciones y su juego brusco no podrían hacer asomar lo mismo que en nuestro caso. Por eso, ahora que recién empezó el Mundial, pensémoslo bien: ¿qué vamos a hacer con el poco tiempo que nos queda? Aguar la fiesta... Es lo que nos encanta, como cuando nos cuentan que Jules Rimet tuvo que improvisar su discurso al entregarle la copa a Obdulio Varela. Quizás la escala hoy sea otra y Maracaná ya se ha convertido en un modelo arquetípico. Pero ante un tipo de fútbol que difícilmente podamos alcanzar por el beneficio de los modelos económicos que nos agobian hoy, ¿qué más podemos ofrecer sino el carácter? Eso de pronto explique por qué en algún lugar donde se halla nuestra información genética los globos celestes aplastados por el botín amarillento-dorado, a un nivel así de profundo, nos dolieron.
8 comentarios:
Ya me imagino a Egidio Arévalo Ríos (el mejor de la cancha, lejos), vestido con una camisa blanca con un cuadriculado amplio en rojo marca polo pero de tela tipo avión, saquito de pana, reloj grande, en una habitación en semipenumbra. La botella de Don Pascual entre las piernas. La está abriendo con un descorchador berreta frente a una bruta mina internacional, refinada. La tiene entre las piernas y hace fuerza. Su rostro se contrae. El corcho finalmente sale. Él se relaja, ella sonríe lúbrica. Sirve en sendas copas con reminiscencias de busto. Sobreimpreso de elegancia vitivinícola: Don Pascual, puro carácter.
Las PELOTAS del mundial
Uruguay 1930
En el primer mundial de la historia se emplearon esféricos de tiento (cuero de vaca), de color marrón oscuro, con gajos rectangulares y con costura exterior, con lo cual había que tener mucho coraje para cabecearlas, una solución elegida en la época, era la boina. A la cual, algunos pícaros la solían rellenar con diario o cartón.
Francia 1938
Tres argentinos inventaron la pelota de fútbol sin tiento. Ellos crearon la cámara con válvula, que se infla por inyección, y a partir del Mundial del ´38 los jugadores pudieron cabecear sin miedo a las consecuencias que les traía el tiento. Incluso en éste torneo 17 de los 84 goles fueron convertidos de cabeza. Un balón similar se usó en el maracanazo 1950. continuaba el riesgo de que se le saliera la válvula y de un centro se te incrustara en la cabeza dicho ¿esférico?, o que con lluvia y barro la pelota pesara tanto que un pase, fuera cita con el traumatólogo.
Sudáfrica 2010
El balón Jabulani, palabra que significa "celebrar" en el idioma isiZulu, es la 11ª versión de pelota que adidas saca para la Copa Mundial de la FIFA. Al pasar las manos por encima del balón, la primera impresión es su extraordinaria textura, que permite un control máximo, un vuelo estable y un agarre perfecto en cualesquiera condiciones, lo que hace de esta pieza el balón de adidas más estable y preciso de todos los tiempos.
Ta buenísima la pelota, Peter Cech dijo "Puedes sentir la energía que se te viene encima, como un tiro"; pero en un comentario más critico y uruguayo, se me hizo todo mas claro, Uberti dijo "es como las pelotas de goma de la playa", que todas las críticas sobre el control para los arqueros y la imposibilidad de pases largos eran opiniones reales.
También me imagino a estos tipos controlando las primeras globas mundialistas, que más que un tiro resultarían un guascazo de bomba molotov con posible pérdida de masa encefálica.
Muy buena la teoría sobre convertirse en una piedra en el zapato. Sí vi cuando aplastaban los globos celestes y no me gustó nada. Esa fue la única forma que encontraron de "aplastar" a Uruguay, como habían vaticinado que harían.
Por lo que leí en otros blogs, parece que sí, el partido fue un aburrimiento para el resto del mundo (yo, en cambio, casi muero de ataque cardíaco)
Saludos!
F
Gracias por los comentarios, chicos, como siempre...
Ignacio: me parece que me pierdo algo con tu comentario, que no lo capto del todo... ¿alguna publicidad?
Deiby: si el texto tiene al menos un mérito al final del mismo, es en gran parte tuyo, ya que con tus comentarios, con tus palabras sobre el partido en facebook me revelaste muchas cosas. Así que gracias. Y muy bueno, además, el resumen de la historias de las pelotas. Mi padre cuenta que, como era natural, venían acá una década o década y media atrasados en las pelotas que usaban, por lo que a finales de los cincuenta cuando eran niños jugaban con unas argentinas durísimas que tenían un tiento que se soltaba y era peligros en los partidos con lluvia. Así, en partidos diferentes, se arrancó cada una de sus cejas.
Fernanda: ¡Ah! ¡¡Vos te acordás del detalle de los globos!! A mucha gente le pregunté por eso y no se acordaban. Y como ocurre en esos casos, ya temía que me lo estuviera inventando. Así que ¡uf!
Un abrazo grande a todos.
Perfeito, Damian! Teu emocionado texto faz reviver o sonho de se ter um futebol com força e garra. As tais força e garra de que sempre nos orgulhamos, gaúchos e uruguaios! Tomara nossos países possam voltar a jogar com essa determinação!
http://emefjoaodasilva.blogspot.com
Damian, qualquer dia os árbitros, ao invés de mostrarem aos jogadores faltosos um "cartão" vermelho ou amarelo, mostrarão a eles um "cartão de crédito"...
Hoje dou continuidade no meu Blog a uma série intitulada "A taça do mundo é nossa!", falando na Copa de 1930. http://velhaguardacarloskluwe.blogspot.com
Aludías al carácter. No pude evitar recordar a dos seres que me son caros y juntarlos. Egidio y Don Pascual.
Queridos Maribel y Vaz: Muchas gracias como siempre por estar leyendo mi blog y dejando esos comentarios tan cariñosos y atentos. Ustedes deberían saber que ya tengo la casaca del GEB!!! jajaj...
Vaz: En cualquier momento retomo la lectura de tus blogs. (Un saludo al Paisano)
Maribel: Espero que esas clases vayan bien.
Abraços.
Ignacio: ¡¡¡ahhhhhhh!!! Por la publicidad de un vino era... No la tenía...
Abrazo.
Publicar un comentario