jueves, 16 de agosto de 2007

Posibilidades de las islas


El pasado sábado encontré en la "Ñ" (nº 202) una nota del escritor argentino Alberto Manguel sobre la relación que se da entre Viernes y Robinson Crusoe en la novela de Daniel Defoe. Entre otras cosas de interés dice lo siguiente: "Entonces Defoe introduce a Viernes. Sin Viernes, sin el inculto, primitivo, salvaje Viernes, las hazañas de Robinson serían tristemente secretas, no tendrían público. Sin su sombra (porque al fin y al cabo ¿qué es Viernes sino un Robinson sombrío, rústico, igual de solo y de desdichado?), Robinson se desvanecería, se volvería, como aquel precursor griego que erró de isla en isla durante diez largos años antes de volver a Ítaca, un Nadie."(…) "Lo cierto es que Viernes es necesario para que Robinson exista".
Hace un tiempo, en el inicio de mi última convalecencia, anoté en el "Diario del dedo gordo del pie derecho" algunas ideas que también se me ocurrieron sobre la figura de Viernes y que ahora me dan ganas de rescatar a partir de la lectura del texto de Manguel…


"Diario del dedo gordo del pie derecho", día 2: 27 de junio [fragmentos]:
"Ayer, luego de uno de esos silencios entre tema y tema, mientras esperábamos que el traumatólogo me llamara, Felipe me dijo: ‘¡Tenés largo el pelo, eh!’. Y tiene razón, lo tengo largo como hace años que no lo tenía. La verdad es que hace por lo menos un mes y medio que estoy amagando con ir a la peluquería y cortármelo seis o siete centímetros, pero me he dejado estar. Hoy Franco me dijo que no lo tenía tan largo desde el año 2000. La idea del pelo largo, y de la barba larga como la tengo, también, me lleva a la otra idea del ermitaño (un poco de los pelos, ¡ja!), el que se deja estar en su recinto por fuera de cierto "contrato social" y cultiva la soledad. La idea también está cerca de la del náufrago, aunque el náufrago, generalmente, acaba por volver al "contrato social". Robinson Crusoe fue una de las novelas que más me impactaron y me cautivaron. La leí en 1998, cuando yo estaba saliendo del liceo. Hace poco leí un ensayo acerca de que Robinson Crusoe encarnaba algo así como un ideal, una utopía adolescente. Creo que todos, en mayor o menos medida en nuestra adolescencia o juventud, hemos tenido la necesidad de abrigarnos del mundo, la necesidad del aislamiento extremo clausurando las vías de acceso hacia nosotros. Creo que el suicidio adolescente (…) es en parte un extremo triste de ese sentimiento. Estar en la cama durante todo un mes es un poco como ser Robinson Crusoe y estar en la isla. Victoria y las demás personas que se me acercan mientras tanto, y los objetos de los que dispongo a poca distancia son algo así o funcionan como ese barco que había naufragado a pocos metros de la costa y del que Crusoe había recuperado algunos objetos que le irían a servir para estar en la isla. Crusoe tiene que recrear la civilización. Yo tengo que crear una parte de la civilización, tengo que escribir un relato en el que la gente muestra sus pasiones básicas (por llamarlo de algún modo).
(…) Vuelvo ahora a Robinson Crusoe porque me acuerdo de una de sus partes más famosas: el momento en que Crusoe encuentra la huella humana en un rincón de la isla. Recuerdo que la tapa de esta novela en la colección Robin Hood retrataba este pasaje, lo que al final me parece un error o una impostura ante el lector. ¿Por qué sentimos cierto terror cuando Crusoe descubre la huella? Porque sabemos que eso cambia la narración para siempre, porque sabemos que esa utopía empieza a desmoronarse. Esa sensación de paraíso recuperado se desbarata por la impresión de un pie sobre la arena. Y ese es de algún modo el factor que adelanta que el protagonista y la novela entran en otro orden. Crusoe se prepara para volver al "contrato social". Pero Defoe sabía que tenía que insinuarlo, sacar de ese ensueño al lector pero de la manera menos terrible, aunque terminó siendo algo inquietante. Y la solución fue muy inteligente. Luego de la huella, que da paso a la aparición de los nativos con sus ritos caníbales, llega Viernes. Defoe presenta al lector europeo medio de la época a Viernes como algo preparativo para la vuelta de Crusoe. Viernes es una especie de hombre-desprestigiado, un proyecto o un casi hombre para el europeo de la época: un salvaje. Cuando Crusoe le inculca a Viernes determinados valores europeos-occidentales-protestantes, está preanunciando su vuelta. El retorno al orden del contrato social europeo está cercano."

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