jueves, 5 de junio de 2008

Inconsciente político


Ayer soñé con Sanguinetti. Bueno, en realidad el sueño fue un poco más complejo...
Resulta que todo ocurría en uno de esos baldíos en los que se hacen los típicos intercambios ente los secuestradores y los afectados por el secuestro, o entre quienes negocian algo en negro, cosas usuales en las series de televisión. Yo estaba cerca de la escena, digamos que muy pegado a los personajes principales, pero era menos que un contorno, algo que jamás iba a poder afectar en nada la situación.
A mi lado iban Lacalle y Sanguinetti. Caminamos unos breves pasos hasta que llegamos a un automóvil descapotable, estacionado sobre el polvoriento y pedregoso baldío. -Ahí en el auto está el Presidente de Argentina... -dice Lacalle.
En efecto, los ocupantes del automóvil eran el chofer (personaje neutro, olvidable) y, sentado en el lugar del acompañante, el Presidente argentino, un hombre igualito a Julio María Sanguinetti. En eso hay una especie de seña o algo así y el Sanguinetti argentino recibe del uruguayo una libretita o un bloc de notas. Lacalle le mete un codazo suave a Sanguinetti haciendo un ademán con la cabeza hacia adelante y murmura:
-Es igualito...
Sanguinetti se irrita con el comentario, niega entredientes y trata de mantener la compostura. Pero el Presidente argentino ha captado algo y suspende el recorrido de su lapicera por sobre la hoja del bloc o la libretita. Ahí me doy cuenta de una cosa: Sanguinetti está nervioso, y es porque le ha pedido al Presidente argentino un autógrafo. Pero el autógrafo se demora y se demora. Lacalle se ríe como tratando de hacerle una broma a Sanguinetti, y este empieza a irritarse.
No me acuerdo si al final el autógrafo terminaba de firmarse.
FIN


2 comentarios:

Fabián Muniz dijo...

Yo justo soñé que participaba en un trío amoroso con Batlle y Maru Botana, hasta que el "pepe" Mujica nos saca a los tiros a los tres...
Te entiendo, Dam...
Política en el inconsciente...

¡¡¡¡Archiduque de Applecore is alive!!!!

Unknown dijo...

después de publicar en el Chorizo, abrí la tarta y supe que efectivamente el saludo breve llevado en una curva de la calle Juan Antonio Lavalleja cuando nos dirigíamos a nuestros respectivos trabajos había sido un acto de comunicación...