Hace unos días encontré una cosa extraña en un libro. Algo que por lo menos me llamó la atención de tal modo que tuve que leerlo un par de veces luego de la primera lectura.
Se trata de la entrada asignada a la poesía de Juan Ramón Jiménez en la segunda edición de "Laurel", una antología de la poesía moderna en lengua española con prólogo de Xavier Villaurrutia y epílogo de Octavio Paz, publicada en los ’80 por la editorial mexicana Trillas. La edición que tengo incorpora en su totalidad la primera parte, aparecida en editorial Séneca en 1941. En ningún caso hay algún tipo de biografía del poeta antologizado previo al despliegue de sus poemas (las biografías aparecen luego, como ya mencionaré). Allá por la página 111 encontramos, sin embargo, que, antes de iniciarse la selección de poemas de Juan Ramón Jiménez, y debajo de un dibujo de este en el que parece que va a reírse en cualquier momento, hay un texto firmado por lo editores. Dice así: "Juan Ramón Jiménez había manifestado a Editorial Séneca su deseo de no aparecer en este libro. Editorial Séneca se ha dirigido insistentemente al poeta solicitando un cambio de actitud. No ha obtenido respuesta alguna: favorable ni adversa. Estando ya en prensa el original de esta Antología, Editorial Séneca ha preferido interpretar este silencio favorablemente, es decir, como un tácito otorgamiento al interés general y en beneficio de los lectores de este libro.
"Editorial Séneca considera, por su parte, que haber excluido de esta Antología los trozos poéticos de Juan Ramón Jiménez que van en ella no hubiera podido hacerse in grave detrimento y menoscabo de su propósito. Y, aun a riesgo de equivocarse al interpretar el silencio del poeta, se ha decidido a publicar estos trozos seleccionados de su obra sin su autorización expresa y contrariando, tal vez, su deseo, pero sin desconocer ni tratar de lastimar con ello su derecho."
Fuera de que no logro atrapar el sentido del último enunciado, me pregunto cuál habrá sido la reacción de Jiménez. Con los editores invocando lo sacrosantos derechos de los lectores y arrogándose el cuidado de ellos no se puede, no hay poeta que valga. Creo, sin embargo, que este fragmento transcripto es, a la manera de Sancho Panza, un buen ejemplo de cómo decir algo diciéndolo y haciéndolo pasar como la cosa contraria de eso que se está diciendo.
Ya entrados propiamente en la segunda edición, en la segunda selección de poetas, la más reciente, la de los ’80, encontramos, en el sector de las notas bibliográficas, el siguiente texto entre paréntesis: "Los autores de esta Antología incluyeron en ella a los poetas Pablo Neruda y León Felipe. Cuando estaba en prensa este libro, esos señores solicitaron de nuestra Editorial no aparecer en él. Lamentándolo, cumplimos su deseo)." ¿Una nueva generación de editores? ¿El aprendizaje sobre un hecho triste? ¿Se calentó al final Juan Ramón Jiménez?
Se trata de la entrada asignada a la poesía de Juan Ramón Jiménez en la segunda edición de "Laurel", una antología de la poesía moderna en lengua española con prólogo de Xavier Villaurrutia y epílogo de Octavio Paz, publicada en los ’80 por la editorial mexicana Trillas. La edición que tengo incorpora en su totalidad la primera parte, aparecida en editorial Séneca en 1941. En ningún caso hay algún tipo de biografía del poeta antologizado previo al despliegue de sus poemas (las biografías aparecen luego, como ya mencionaré). Allá por la página 111 encontramos, sin embargo, que, antes de iniciarse la selección de poemas de Juan Ramón Jiménez, y debajo de un dibujo de este en el que parece que va a reírse en cualquier momento, hay un texto firmado por lo editores. Dice así: "Juan Ramón Jiménez había manifestado a Editorial Séneca su deseo de no aparecer en este libro. Editorial Séneca se ha dirigido insistentemente al poeta solicitando un cambio de actitud. No ha obtenido respuesta alguna: favorable ni adversa. Estando ya en prensa el original de esta Antología, Editorial Séneca ha preferido interpretar este silencio favorablemente, es decir, como un tácito otorgamiento al interés general y en beneficio de los lectores de este libro.
"Editorial Séneca considera, por su parte, que haber excluido de esta Antología los trozos poéticos de Juan Ramón Jiménez que van en ella no hubiera podido hacerse in grave detrimento y menoscabo de su propósito. Y, aun a riesgo de equivocarse al interpretar el silencio del poeta, se ha decidido a publicar estos trozos seleccionados de su obra sin su autorización expresa y contrariando, tal vez, su deseo, pero sin desconocer ni tratar de lastimar con ello su derecho."
Fuera de que no logro atrapar el sentido del último enunciado, me pregunto cuál habrá sido la reacción de Jiménez. Con los editores invocando lo sacrosantos derechos de los lectores y arrogándose el cuidado de ellos no se puede, no hay poeta que valga. Creo, sin embargo, que este fragmento transcripto es, a la manera de Sancho Panza, un buen ejemplo de cómo decir algo diciéndolo y haciéndolo pasar como la cosa contraria de eso que se está diciendo.
Ya entrados propiamente en la segunda edición, en la segunda selección de poetas, la más reciente, la de los ’80, encontramos, en el sector de las notas bibliográficas, el siguiente texto entre paréntesis: "Los autores de esta Antología incluyeron en ella a los poetas Pablo Neruda y León Felipe. Cuando estaba en prensa este libro, esos señores solicitaron de nuestra Editorial no aparecer en él. Lamentándolo, cumplimos su deseo)." ¿Una nueva generación de editores? ¿El aprendizaje sobre un hecho triste? ¿Se calentó al final Juan Ramón Jiménez?
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