domingo, 17 de mayo de 2009

Examen de filosofía


Toda la situación comenzaba y se desarrollaba en el liceo al que fuimos de adolescentes. Valentín estaba del lado de la secretaría y yo estaba en frente, junto a la puerta de la cantina. Entre uno y otro estaba el patio, y eso era más o menos una distancia de treinta metros. Entonces empecé a correr hacia él y en ese instante se formó un pasillo, con pequeños bancos de cemento hacia ambos costados. Se parecía, sacando lo del pasillo, al liceo de hace diez o quince años atrás, antes de la reforma. Pero yo seguía corriendo, y sin embargo, cuando tenía ya recorrida la mitad del trecho, llegaba a la conclusión de que no tenía mucho sentido apurarme. Corría con bastante lentitud para el esfuerzo que estaba haciendo, y comencé a pensar en esas parodias que a veces se hacen de "Carros de fuego". De hecho creo que escuchaba o llegué a tararearme la melodía de Vangelis hasta que todo aquello se hizo insoportable, primero porque las piernas ya me dolían, segundo porque estaba seguro de que me estaban mirando desde las puertas de los salones de la izquierda. Así y todo llegué hasta donde estaba Valentín y le pregunté qué estaba haciendo. Me contestó que estaba por dar el examen de Filosofía, y que esa era la única materia que le quedaba para terminar el liceo. Ahí me vino una sensación de malestar en el pecho. No por él, sino por mí mismo. Yo también tenía una materia pendiente para terminar bachillerato, pero me lo callaba. La materia era Derecho, y había entrado a hacer profesorado y lo había culminado sin que nadie se hubiera enterado. Sentí una vergüenza indescriptible por él y por mí, pero también entendí que él estaba enmendándose y que yo, lejos de hacer algo así, andaba dando vueltas en el liceo sin ningún propósito. Pensaba en esas cosas cuando de pronto me vi un poco alejado, ya más cerca de la puerta de entrada, y vi a Valentín aguardando el llamado al examen junto con media docena de estudiantes. Pero pasaba algo. Valentín observaba hacia todas partes y un segundo después espiaba a través de la cerradura de la secretaría como si allí encontrase algún tipo de secreto que pudiera ser usado con éxito a la hora de la prueba. Los estudiantes lo miraban, se sonreían entre ellos y lo alentaban a continuar espiando. Cuando él se daba vuelta y les decía lo que veía se ponían serios y simulaban escucharlo con atención. Entonces se agachó de nuevo para poner el ojo en la cerradura y descubrí por fin lo que funcionaba mal. Valentín no sólo tenía el pantalón roto en la parte de atrás, sino también el calzoncillo. El hecho era que cuando se inclinaba sobre la puerta los desperfectos se alineaban y las carcajadas comenzaban a sacudir a los estudiantes. Tenía la intención de caminar hasta allí para poner las cosas en su lugar cuando se me acercó una profesora de edad ya madura y empezó a hablarme de cualquier cosa. Yo quería sacármela de encima con la vista fija en lo que pasaba en la secretaría, pero de golpe me di cuenta de que se me arrimaba tanto que ya podía sentir la presión de sus senos sobre mi pecho. Para salir del paso le dije lo siguiente:
-¡Qué día para pasárselo tomando exámenes de filosofía!...
Y ella me respondió:
-¡Ay, sí! ¡Horrible!...
Y ahí se me tiró arriba. Fue una situación que me avergonzó.
-¿Qué está haciendo? -dije en voz alta.
La mujer se separó, hizo un amague de recomponerse y me miró con un poco de desprecio. Fue entonces que recordé que su marido estaba postrado en silla de ruedas.
"¡Pobre!", me dije, "Es medio Lady Chatterley, lo que pasa".


8 comentarios:

Unknown dijo...

Good, Woody!

Fernanda Trías dijo...

Mmmm... ¿la materia que te faltaba era "derecho"? Más claro echale agua ;-)

Damián González Bertolino dijo...

Sí, pero también fue la última materia que me quedó. Y la salvé luego de como cinco o seis intentos.... era impossssible...
Abrazo.

Fernanda Trías dijo...

¡Ja! Por algo será... ¿No me vas a decir que realmente era tannnn difícil? Confesá, confesá. Vos siempre fuiste un poco torcido.

abrazo, f

Damián González Bertolino dijo...

¡¡¡Fernanda!!! Vaya, usted, ehhh... Me compromete....
jaa Bueno... De veras... siempre al borde de la ley, puede ser... jejeje
Pero era así, el liceo era imposible... Fijate, que un día con mi madre agarramos mi escolaridad, cuando terminé bachillerato, y contamos arriba de cuarenta o cuarenta y cinco exámenes que di. Y Derecho fue la penúltima ahora que me acuerdo; la última fue Contabilidad, que salvé en febrero de 2000, justo en un corner, la pelota se abre salto sin mucho énfasis, y la pelota me pega en la rodilla derecha, pasa por entre los caños del golero y se mete contra un palo. Ese fue el fin.
Abrazo. =)

Rafael Tortt dijo...

Entre Damián y Leonardo vamos a presisar psicólogo dentro de poco ja. Abrazo.

Rafael Tortt dijo...

Y yo preCiso...un corrector ortográfico urgente.

Leonardo de León dijo...

Damián:

Curioso. He soñado lo mismo muchas veces. Yo soy profesor pero me queda alguna meteria pendiente. Y esa angustia en el pecho... ¡Tal cual!