martes, 1 de setiembre de 2009

Kennedy '09 (IV)


"Piringo-Zidane", 10 de Nacional de San Carlos, se lleva la pelota ante la marca de Hernán Cerspo.


-Sábado 1º de agosto de 2009. 4ª fecha: Kennedy vs. Nacional de San Carlos-

(Vuelta a la localía o Queremos sumar tres puntos más o Meditación trascendental con el Gordo Nene o Dame el significado ahora o ¿Por qué carajo juegan diferente, Padre Nuestro? o ¿Sueñan los delanteros de Kennedy con los goleros con hemorroides?)

El partido, como quien dice, empezó en el segundo tiempo. O, para darle mayor precisión a todo el asunto, habría que agregar que en el segundo tiempo se revelaron o se hicieron entendibles los significados profundos que fueron anunciados en el entretiempo. Y si cabe, aún, la idea de querer resumir el trámite del primer tiempo, entonces sería esto: A) Imposibilidad de meter bien el último pase… B) [En el caso curioso en que A no era un impedimento] Imposibilidad de poder patear bien ante la oportunidad de gol… C) Imposibilidad de frenar el escaso avance de los rivales D) Imposibilidad de poder superar a los rivales de Nacional de San Carlos tanto en promedio de edad como en promedio kilogramos… E) Otras imposibilidades… F) Las frases del Gordo Nene… Ejemplo: “Hay que meterla adentro, ¿no?...” G) La confirmación de que la cancha de San Martín (donde Kennedy juega de local hasta la habilitación de su nueva cancha) ya no es lo que era… Ejemplo: el parche de arena del tamaño del círculo central… H) El poco público presente. I) El frío intenso que muerde las extremidades como un animal enloquecido… J) La melancolía del línea del lado para el que atacaba Kennedy…
Cuando termina el primer tiempo, el Gordo Nene da un primer paso hacia el interior de la cancha y con el brazo señala un sector. Los jugadores se amontonan sobre el lado izquierdo y forman un círculo callados. Saben que lo que han jugado en los últimos cuarenta y cinco minutos no tiene ningún parecido con el partido pasado, en el que le ganaron 4 a 0 a Peñarol de Maldonado. Saben que hay algo que está andando mal de nuevo. El Gordo Nene se mueve de un lado al otro del círculo, como si fuera una imagen golpeando en cada uno de los extremos en un protector de pantalla de una computadora. Hasta que los jugadores, abatidos, jadeantes, sudorosos, sienten caer sobre sí el flujo aguardado. El Gordo Nene, tronante, deja caer entonces sus palabras sin ninguna introducción: “Si no les ganamos a estos somos una pijas.”

Con la ventaja de saber que se está empatando 0 a 0, comienza el segundo tiempo. Sin embargo, cualquier sentimiento de tranquilidad se disipa en seguida. Nacional de San Carlos ha entrado a la cancha como un verdadero vendaval. Los volantes de Kennedy no logran retener la pelota y una y otra vez la zona izquierda de la defensa sufre los embates del puntero derecho y del 10 de Nacional de San Carlos, un tipo muy parecido a Zidane al que todos sus compañeros le gritan “Piringo”. Es más, si cabe la comparación con el jugador francés (puesto que estamos hablando en realidad a escala), el jugador de Nacional de San Carlos tiene de Zinedine Zidane ese doble ritmo entre la parsimonia y la resolución rápida, que tan bien lo caracterizaba. Como sea… “Piringo” Zidane, el 10, hace estragos por el lado izquierdo de Kennedy, donde el lateral Hernán Crespo no da abasto y tiene que enfrentar de a dos y de a tres rivales. Para complementar el problema, los despejes son malos, siempre a medias: unas veces a causa del viento y otras veces porque el barro no permite que los jugadores se afirmen bien al golpear la pelota, aunque también hay que hacer mención de alguna que otra mínima indispensable impericia. Como sea: el “Mono” Melo se va porque no ha hecho nada y entra Jorge “Popo” Rodríguez. Pero el problema sigue atrás. Por izquierda, Hernán Crespo está siempre solo contra dos y hasta tres rivales. Hasta que se instala en todos una única pregunta: ¿Cuándo va a ser el gol de Nacional de San Carlos?... Y… En seguida, en una jugada iniciada por “Piringo-Zidane” desde el medio hacia la punta izquierda. Uno de los delanteros desborda sobre la línea de fondo y la pelota atraviesa el área como saliendo hacia el lado de la media luna. Llega entonces otro delantero y la toca suave como un penal. Es un gol muy, pero muy parecido al gol que en ese mismo arco le hizo a Kennedy el equipo de Peñarol de San Carlos hace dos fechas.
Pese a todo, pese a que uno podía creer en lo peor, llega de inmediato, en la jugada siguiente, el gol del empate de Kennedy. Y la verdad es que es un gol como tenía que ser, teniendo en cuenta las diferencias de juego entre los dos equipos. El 6, Néstor Silvera, le da de lleno a una pelota que quedó picando de frente al arco, un poco antes de la media luna, y le sale un tiro tipo parábola, una cosa que no termina más de bajar, que entra al arco incluso un segundo después de que el golero se haya estirado en el aire y haya tocado el suelo. Cuatro o cinco compañeros corren hasta Silvera y se forma un abrazo sentido, apretado. La pelota vuelve al centro del campo y el partido se pone 1 a 1.
En los minutos que siguieron, quizás a causa del impulso que da el gol, Kennedy logra detener el avance impetuoso de su rival. Pero hablar de eso es como hablar de un veranillo, de algo breve y hermoso que en cierto modo termina siendo algo antinatural, un desequilibrio que finaliza en una tormenta. La patada aislada, innecesaria, que le da Jorge “Popo” Rodríguez al lateral derecho, y por la que se hace acreedor de una roja directa, restituye un orden que sólo un acto fuera de lugar como el remate de Néstor Silvera había podido relegar. El partido se complica, y mucho… Crespo sigue sin poder hacer nada por la izquierda, y Palacio, por el sector derecho, lo mismo. A veinte minutos del final la defensa de Kennedy da un rebote hacia el medio y llega un rival y le da a colocar de zurda, hacia el palo derecho de Alfredo Rodríguez. Es el segundo gol de Nacional de San Carlos. La pelota entra mansa y toca de aire la red del fondo del arco y se queda dormida unos instantes hasta que la revolean hasta el centro de la cancha.
De ahí en más el partido se vuelve angustiante. Los esfuerzos de Kennedy por lograr el empate, con un hombre menos, son demasiado débiles. Basta en cierta manera aguardar que no lleguen más goles del rival.
En eso llega, Alexander, un conocido del barrio, uno de esos jugadores que les hemos dado a clubes como Ituzaingó o Deportivo Maldonado. Un jugador que, de no ser por un problema incurable en la rodilla, habría terminado defendiendo la camiseta tetracolor de Kennedy. Intercambiamos algunas frases sueltas sobre un par de jugadas y de pronto tratamos de roer con nuestras mentes el nudo de lo que está sucediendo allí dentro, a unos pocos metros. Y como encontramos la respuesta muy fácilmente, nos quedamos con cierta duda. Y la respuesta es esta: los rivales simplemente se pasan la pelota entre ellos. Es decir, si uno analizara el juego de Nacional de San Carlos de forma aislada, como si se tratara de ratones corriendo dentro de unos laberintos en un laboratorio, podría decir que ese equipo juega de una forma que hace que el fútbol se parezca a una coreografía de danza contemporánea. ¡Pero qué tal! ¡Van ganando!... Y eso es lo que le cuesta hacer a Kennedy: pasar la pelota. A los jugadores de Nacional de San Carlos les basta con eso, pasarle la pelota al jugador más cercano y moverse un poco para ser un buen candidato a recibirla de nuevo. A esta certeza, observando los últimos minutos del partido, le sigue la bronca, y a la bronca, la sensación de irrelevancia de todo, de lo que está en juego y lo que no, del sudor bajando por las sienes de los jugadores, de las puteadas del Gordo Nene desde el otro lado del alambrado, de los tapones surcando el barro. Nada importa y todo se vuelve un motivo más encontrar el humor resignado con el que podamos regresar a casa. Por eso mismo, creo, cuando la realidad no da para más, es que termina reventando por algún lado. Veamos el siguiente caso, si no…
Es el último minuto del partido, o el último minuto de los descuentos, mejor dicho. La situación es agónica, realmente. Kennedy apuesta en un tiro de esquina, en una jugada que sabemos que va a ser insufrible, a lograr el tan ansiado empate que no lo hunda en lo más bajo de la tabla de posiciones. El arquero, Alfredo Rodríguez, observa apenas hacia el costado de la cancha. El Gordo Nene levanta el pulgar y entonces Rodríguez corre a toda velocidad hacia el área rival a buscar ese milagro que es ver a un golero hacer un gol de cabeza. De ahí la frase “El día del golero”. Unos segundos después el árbitro pita y el jugador de Kennedy encargado de patear el corner inicia su breve trote hacia la pelota. El centro es malo, bastante defectuoso. Un defensa lo rechaza hacia la mitad de la cancha y uno de los volantes de contención de Nacional de San Carlos, un gordito de poco más de metro y medio de altura, ve caer a sus pies, como si fuera una sorpresa de esas que la vida le da a uno en el día menos pensado, una pelota corriendo suave, sin ningún tipo de efecto o direccionalidad que complique lo que se pueda hacer con ella. El único escollo es un volante de Kennedy mal parado que el jugador de Nacional de San Carlos logra sortear con una gambeta larga. Y nada, nada más que lo separe del gol. Alfredo Rodríguez corre como un desquiciado al que se le prende fuego la casa, pero está muy lejos de poder alcanzarlo. Cuando el jugador cruza la mitad de la cancha, notamos con Alexander que algo no anda bien. Es decir, parecería que la única parte del jugador que está convencida de esa situación, que cree en la posibilidad del gol, es su torso. Lo demás, los brazos y, muy principalmente, las piernas, tienen como ciertas dudas, pero igual contribuyen a la carrera como de mala gana, por el sólo hecho de quedar bien. Dos o tres mujeres, inclinadas sobre el alambrado que queda tras el arco de Kennedy, comienzan a saltar.
-¡¡¡¡Gol, Poroto!!! ¡¡¡Gol!!! –gritan -¡¡¡¡Gol, Poroto!!! ¡¡¡Gol!!!...
Y luego se sienten unas voces masculinas que se suman. Es una melopea magnífica. Poroto acorta definitivamente la distancia con el arco rival, pisa el área, acomoda el cuerpo, siente sobre todo su cuerpo un aire nuevo que lo envuelve. Se trata de la gloria soñada. El arco libre es irreal, pero está ahí, y sólo hay una cosa para hacer al respecto.
-¡¡¡¡Gol, Poroto!!! ¡¡¡Gol!!!...
La pierna derecha de Poroto se recoge sobre sí misma, prepara el tiro de gracia. Entonces la velocidad vuelve a hacerse normal, y todo sucede tan rápido que los cerebros circundantes necesitan un provisión extra de neuronas para integrar la información exacta. El tiro de Poroto sale dando tumbos, sobre la derecha, y la pelota da en el palo y se va más hacia ese extremo. Hay unos gritos ahogados, hay un par de insultos, pero Poroto no se rinde. Corre hacia la pelota, que ha quedado picando a un costado como una mascota esperando una nueva instrucción de su dueño. Mientras tanto Alfredo Rodríguez llega al arco y se instala sobre la línea. Poroto no ve la posibilidad del gol, observa a uno de sus compañeros que entra por el medio y se la cede. El golero de Kennedy no puede atinar a ningún movimiento. Es el tercer gol de los visitantes. El árbitro señala la validez del gol y al instante, con otra serie de pitazos, anuncia el final del partido mientras sacude la cabeza hacia ambos lados. Alexander y yo estamos casi abrazados, más bien como si el cuerpo de cada tratara de impedir que el del otro se vaya al suelo. Estamos riéndonos de una manera enfermiza y en un segundo se nos empiezan a salir las lágrimas. Nunca un gol en un partido del Kennedy nos había hecho llorar tanto.
Kennedy 1 – Nacional de San Carlos 3.

Posiciones (4ª fecha): Barrio Rivera -12 Peñarol de San Carlos -10 Huracán -9 Nacional de San Carlos -9 Neptuno -7 San Martín -6 Barrio Perlita -4 Punta del Este -4 Peñarol de Maldonado -4 San Lorenzo -3 Deportivo Kennedy -3 Alianza Cinco -3 Hipódromo El Peñasco -3 Círculo Policial -2

Jorge "Popo" Rodríguez es expulsado minutos después de que su equipo lograra el empate.



2 comentarios:

Unknown dijo...

Vengo de leer sobre Real Madrid y Cerrito. ¿Se pusieron de acuerdo o son lugares comunes nomás?

Pedro Peña dijo...

¡¡¡Esto es buenísimo!!!
Me va a dar algo de tanto jolgorio entre el gordo nene y ese gol que no fue!!!!