Ayer Valentín me había enviado un mail en el que me decía que allí en donde trabaja, al lado, tenía el último disco de los Beatles: “Love”. “Love” es un disco que surgió a partir de la intención que los productores del Cirque du Soleil tenían de incluir un espectáculo basado en la banda de Liverpool. La palabra de Valentín para definir lo que sentía fue: “I-M-P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E”. Cuestiones de permisos mediante, George Martin (para mí sin duda ninguna el verdadero 5º beatle) y su hijo Giles realizaron una mezcla y una remasterización de varias canciones. Hoy Mª fue hasta Punta del Este y se apareció con el disco. Me trajo de regalo además (como una suerte de Papá Noel adelantado y fuera de tono) una antología de Medesky, Martin and Word, que casi ni escuché. Hace unos instantes que terminé de escuchar completamente los casi 80 minutos de “Love”, y ya estoy escuchándolo de nuevo. Es cierto que Valentín y yo somos un poco traumados. Pero él se quedó corto… Esta nueva colección de canciones es (un) S-U-E-Ñ-O… El concepto del disco es además muy psicodélico, altamente psicodélico, lo que no podía dejar de ser si se trata de música destinada a un espectáculo circense. Al escuchar mezcladas varias canciones entre sí uno vuelve a redescubrirlas o, como en algunos casos, a descubrir aspectos pasados por alto. Es la vieja técnica de la yuxtaposición o la comparación: uno pone cosas al lado de otras y ahí recién nota las características particulares de cada una. Escuchando estas mezclas me sorprendí notando tonalidades en común, escalas recurrentes, etc. Hay momentos gloriosos, como el pasaje en que se unen “Drive my car”, “The Word” y “What you’re doing” (¡¡con el solo de guitarra de “Taxman” unido al final del solo de “Drive my car”!!). O el pasaje previo que va desde “Get back” a “Glass onion”. Me impactó escuchar juntas canciones como “I want you (she’s so heavy)” y “Welter Skelter”, o “Within you without you” con “Tomorrow never knows”. O las versiones de “Lady Madonna” y “Strawberry fields forever”. Ayer entré en Google luego de leer el mail de Valentín, queriendo saber más sobre el disco, y me encontré con un blog en el que un crítico de música, creo que chileno, comentaba particularidades de cada tema. En un momento dijo que le sorprendió la batería en “Within you without you / Tomorrow never knows”, como si tuviera algo de los Chemical brothers. Al punto le escribió alguien diciéndole “Ignorante!!!”. Y es que cuando uno piensa en la música electrónica o “trance”, etc., empieza a rascar para encontrar algo parecido a sus orígenes y ¿a dónde llega, por ejemplo?: a “Tomorrow never knows”, precisamente. Es un lugar bastante común lo que voy a decir, pero este disco nos recuerda la vigencia incontrovertible de esta música, su carácter clásico, el sonido que muchos, hoy, cuarenta años después, quisieran obtener. Sólo algunas veces había sentido algo parecido a lo que me pasó hoy cuando escuché este disco. Y había sido durmiendo. Recuerdo algunos sueños absolutamente disfrutables en los que escuchaba canciones de los Beatles, pero por alguna razón esas canciones eran inapresables, eran una canción y en seguida eran otra y luego ambas y otra distinta al segundo. Este nuevo disco logra por varios minutos esa unión utópica, esa síntesis de la esencia de la obra de uno o varios artistas que uno sólo concibe a veces en la tierra de los sueños.
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