jueves, 8 de enero de 2009

Verano IX (quehacer)

Bueno... Terminé hace una hora más o menos un relato largo que empecé casi a mediados de diciembre. Es el primer borrador y todo eso, pero ya cacé la mariposa (supongo). Ahora tengo que sacarla del calderín y etcétera, etcétera. Así que me siento muy feliz. Y al mismo tiempo ya no sé si quedan a veces ganas de permitirse la ilusión de una completa felicidad. Prendo la tele y veo las mismas cosas de mierda que siguen ocurriendo. No estoy queriendo ser demagógico. Estoy tratando de conciliar dos estados de ánimo puntuales que se encuentran esta noche. Acabo de terminar un relato que por algún punto se toca con cosas que pasan hoy en día. Así que me sucedió esto... Puse el reproductor de la computadora, con la función de que hiciera una selección aleatoria de todos los temas que hay en el disco duro, y salió primero "All I really want to do", de Bob Dylan. Me partió al medio. Ni felicidad, ni tristeza. Un estado piadoso. Algo que se mira a sí mismo y que dice: ¿Y a qué viene todo esto?... Me estoy durmiendo. Pasan algunas motos por el Camino a la Laguna, el ventilador del techo zumba. Ya no hay ruidos de pasos de nadie en la casa. Tengo la noche por delante, puedo dormir, puedo leer, puedo ir a tomar un vaso de agua en la cocina. Tantas cosas. Todo eso es normal, completamente normal. Me doy cuenta.

6 comentarios:

Fernanda Trías dijo...

Yo sentí algo similar hace unos días. Quería escribir algo sobre el fin de año y la felicidad y de pronto me sentí una ridícula. Como cuando me saqué esa foto en Alcatraz, ja ja.

El tema es que siempre están pasando desgracias en este mundo, incluso cuando no son mediatizadas...

Unknown dijo...

Sobre todo cuando no lo son...

Damián González Bertolino dijo...

Bueno, como que eso estaba clavado, ¿no?... Basta siempre con pasar por la calle o ver en la vida de cada cual. El tema es que lo mediatizado (¿siempre hay que hablar de lo mediatizado con tono peyorativo, no?) hace un recorte y hasta ficcionaliza y todo eso. Está bien... Pero en el fondo, cuando hablamos de dolor, sabemos que detrás de los más toscos quince segundos hay algo real. Un niño mutilado no tiene nada que ver con ninguna ideología ni con las teorías que podamos tener sobre el manejo de la información.

Anónimo dijo...

hola damian. saludos desde pan de azúcar. líber mendizábal

Leonardo de León dijo...

Me encantan estos textos, simplemente me encantan.
La desproporción de contenidos televisivos dichosos respecto a los dedichados, termina por confirmar, al menos para mí, cierta tendencia al morbo; lo que sin duda influye en el televidente y elabora una suerte de temor que muchas veces obnubila la percepción de lo bello y ensalza la intuición de lo terrible. Muchos cocos dísculos que andan por ahí, son consecuencia, entre otras cosas, de los medios de comunicación.
¡Felicidades por la culminación del texto! Quiero leerlo.
Y como hace Fernanda trías:

;)

Damián González Bertolino dijo...

¡Liber!: Bienvenido.
Heberto: ¡Gracias!
Un abrazo.