lunes, 26 de octubre de 2009

(M)


¿Vas a recordarlo, hermosa?
Algo de lo que vibró en tu endeble cuerpecito cuando pronunciaste esas seis palabras va a quedar y se va a abrir como el viento de una tormenta de verano muchos años después.
Y va a encontrar su paso y habrá dos mundos que retomarán un viejo pacto.
La última merienda.
¿Recordarás ese primer disco de Ringo Starr, tan suave, tan hecho con la soledad de no tener a sus amigos de siempre?
Me pediste que no me olvidara de la armónica para tu seis años.
¿Recordarás aquella merienda en que nos dimos cuenta de que al otro lado del vidrio el viento le estaba contando a los nuevos retoños del sauce lo que es la primavera?
Aquella polera a rayitas blancas y violetas horizontales.
Una pregunta sobre mi hermano y otra sobre el tuyo no nacido aún.
Cómo podía saberse que a los días me despedirías con un beso sobre mi pómulo derecho, dejándome el azúcar babeado del chupetín contra el hueso, a través de los barrotes del portón, y cómo podía saberse que esa frase, esa pregunta con la fuerza de una línea de un guión para la vida entera me iba a caer en medio de la calle cuando parecía que todo seguía del mismo modo.
"¡Buena suerte en la vida, amigo!"
Y a partir de entonces nacieron las últimas cosas.